
Hay un pueblo en Colombia que tiene la misma bandera de Suiza y dicen que no existe. Además, hay peces de oro en varios de sus locales comerciales y hasta en el río. Todas estas pistas hacen pensar que se trata de algo traído de un cuento o hasta inventado, pero no lo es, ya que todo se basa en hecho reales que están reflejados en su construcción, costumbres e historia local, la cual es compartida por sus habitantes y muchos lo notan cuando están allí viviendo esa experiencia.

Esta población fue la segunda en ser declarada patrimonio cultural en el país por la Unesco en el año 1995, lo que ya deja entender la magnitud de su tradición y la riqueza de cada uno de sus rincones, pues hace parte fundamental del desarrollo de la nación desde la época de la colonia hasta estos días, no solo en el aspecto militar, en la época de la Independencia, sino por su aporte a las artes, la orfebrería y otras ramas del conocimiento.
Mompox o Santa Cruz de Mompox (Bolívar) es el pueblo que su bandera es igual a la de Suiza y fue fundado en 1537. Ahora bien, en cuanto a la expresión de que es un municipio que dicen que no existe, se debe a una frase presente en el libro ‘El general en su laberinto’, de Gabriel García Márquez, que dice lo siguiente: “Mompox no existe, a veces soñamos con ella, pero no existe”. Además, en este lugar se crean peces de oro de filigrana gracias a la habilidad que tienen sus artesanos y orfebres.
Asimismo, la bandera de esta población data de 1810 y fue primero que la de Suiza con la que guarda parecido, siendo la de este país cuadrada, heredó su forma de las banderas cantonales que también eran cuadradas la cual se institucionalizó en 1847.
¿Qué se puede hacer en Mompox?
Mompox brinda un gran abanico de actividades para hacer, ya que es una joya colonial a orillas del río Magdalena. Es un viaje en el tiempo a través de sus calles empedradas y su arquitectura señorial. Recorrer sus iglesias centenarias, como la imponente iglesia de Santa Bárbara con su distintiva torre barroca, o pasear por la Plaza de Bolívar, rodeada de casas de colores vibrantes, es sumergirse en la rica historia y el encanto pausado de este destino único. Los atardeceres a orillas del río, pintando el cielo de tonos cálidos mientras los pescadores regresan con sus canoas, ofrecen una estampa inolvidable.
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También ofrece experiencias auténticas para todos los gustos. Aventurarse en un paseo en canoa por las ciénagas cercanas permite descubrir la exuberante biodiversidad de la región y la vida de las comunidades ribereñas. Para los amantes de la artesanía, explorar los talleres de filigrana, una tradición orfebre transmitida de generación en generación, es una oportunidad para admirar y adquirir piezas únicas. La calidez de su gente y la deliciosa gastronomía local, con platos a base de pescado fresco y dulces tradicionales, completan la experiencia de visitar este mágico rincón de Colombia.
¿Cuánto se gasta de Cartagena a Mompox?
El serpenteante trayecto desde la vibrante Cartagena de Indias hasta la histórica Mompox es una travesía que invita a la paciencia y a la contemplación del paisaje caribeño. Calcular el tiempo exacto de este recorrido puede ser tan variable como las mareas del río Magdalena, principal arteria fluvial que conecta estas dos joyas coloniales. Por vía terrestre, la distancia aproximada de 250 kilómetros se traduce en un viaje que, dependiendo de las condiciones de la carretera y el tráfico, puede oscilar entre las 4 y las 6 horas. Este cálculo no incluye posibles paradas para admirar los pueblos ribereños o disfrutar de la gastronomía local, elementos que enriquecen la experiencia pero que inevitablemente extienden la duración del viaje.
Sin embargo, la experiencia trasciende la mera medición del tiempo. El cambio gradual en el paisaje, desde las playas bulliciosas hasta la serenidad de los humedales y la majestuosidad del río, ofrece una perspectiva única de la diversidad del territorio colombiano. Cada hora invertida en este desplazamiento es una oportunidad para sumergirse en la cultura local, observar la vida cotidiana de sus habitantes y anticipar el encuentro con la arquitectura colonial y el legado histórico que aguarda en las calles de Mompox, una ciudad detenida en el tiempo.
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