Seguramente uno de los mejores planes podría ser caminar por la playa. Sentir la arena y escuchar las olas del mar podría ser relajante. Sin embargo, para algunas personas este ejercicio no es de tanta claridad porque se les hace un poco más complejo caminar sobre la arena, ¿por qué? Un grupo de científicos ha dado algunas pistas para resolver esta inquietud.

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Paola Zamparo, investigadora de biomecánica de la Universidad de Verona (Italia), en entrevista con ‘WordsSideKick.com’, aseguró que caminar sobre la arena te obliga a gastar de 2,1 a 2,7 veces más energía con cada paso que das. “El problema de la arena es que es blanda, te ‘hundes’ a cada paso”.

A esto, dice la investigadora, se le suma un problema más: el desnivel de las playas y las dunas de arena también son difíciles de atravesar. En los resultados de la investigación, publicados en el ‘Journal of Experimental Biology’, los investigadores explican que estos factores obliga al cuerpo a hacer ciertos “ajustes” a la hora de caminar, en los que se involucran los músculos, especialmente en el tobillo y el pie.

“Estos músculos deberán contraerse activamente para garantizar la estabilización. Un efecto similar también está en juego cuando caminas por un sendero con muchas rocas y raíces; incluso si caminas a un ritmo razonable, te cansarás más rápido que cuando lo haces por la acera”, se lee en el documento.

Pero, ¿qué pasa si la arena está mojada? Curiosamente, añade Zamparo, gasta menos energía, porque “se vuelve más compacta y caminar sobre ella es más parecido a hacerlo sobre terreno firme”. Sin embargo, añade, “es un equilibrio. Demasiada agua podría volver a hacer que la arena se vuelva espesa y suave”.

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No es la primera vez que se ha tratado de responder esta pregunta. En 2022, Bárbara Grant, investigadora de biomecánica de la Universidad de Liverpool (Reino Unido), junto a su equipo de trabajo compararon cómo las personas caminaban sobre espuma versus superficies sólidas al analizar las fuerzas bajo sus pies y la cantidad de oxígeno que consumía cada persona.

Los resultados, publicados en el ‘Journal of the Royal Society Interface’, mostraron que caminar sobre superficies blandas, como arena, barro o nieve, generaba que las personas dieran pasos más largas e hicieran movimientos más grandes con la cadera y la rodilla. “Estas acciones consumen más energía que caminar sobre una superficie sólida”, apuntó el equipo en el documento.