Uno de los asuntos más importantes que ha desnudado el paso del tiempo en el contexto de la pandemia es el llamado covid prolongado o covid largo que pueden padecer los sobrevivientes del virus. Y una de las grandes incógnitas es cuánto pueden durar estas secuelas.

Un estudio que acaba de ser publicado en la revista científica ‘The Lancet’ evidenció que la mitad de las personas que estuvieron hospitalizadas y se recuperaron de COVID-19 presentaron efectos a largo plazo en múltiples órganos y sistemas.

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“El objetivo de nuestro estudio fue caracterizaron la evolución longitudinal de los resultados de salud en sobrevivientes hospitalarios con diferente gravedad inicial de la enfermedad a lo largo de dos años después de la infección aguda por COVID-19 y determinar su estado de recuperación”, explicaron los expertos.

En el estudio que tuvo lugar en un hospital de Wuhan (China) participaron 1.192 sobrevivientes de COVID-19 que fueron evaluados clínicamente a los seis y doce meses y a los dos años.

El resultado de este seguimiento es que luego de dos años 650 personas, es decir, el 55 por ciento, tuvo al menos un síntoma de secuela por COVID-19, recordando que a los seis meses era 68 por ciento los que enfrentaban señales de COVID-19 prolongado.

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La fatiga o debilidad muscular y las dificultades para dormir, en 31 por ciento de las personas, fueron las secuelas sintomáticas notificadas con mayor frecuencia, independientemente de la gravedad de la enfermedad.

Por otra parte, los participantes también reportaron síntomas como pérdida de cabello y dolor en las articulaciones en un 18 por ciento, palpitaciones y mareo con un 15 por ciento y tos y dolor de cabeza con un 10 por ciento.

Asimismo, el dolor de garganta o dificultad para tragar, el dolor muscular y el de pecho tuvieron un 8 por ciento; seguidos del trastorno del olfato con un 6 por ciento; erupción cutánea un 5 por ciento; y disminución del apetito, trastorno del gusto y náuseas o vómitos un 3 por ciento.

En una mirada a otras sintomatologías relacionadas con salud mental, el estudio evidenció que la ansiedad y la depresión tuvieron un reporte en el 12 por ciento de los participantes. Finalmente, el dolor o malestar general tuvo un 23 por ciento.

Estos hallazgos, según los expertos, indican que existe una necesidad urgente de explorar la patogenia del COVID-19 prolongado y desarrollar intervenciones efectivas para reducir el riesgo de este fenómeno. Lo anterior, precisamente, porque estás secuelas después de la recuperación del virus son, sin duda, un gran problema de salud y pueden causar una gran carga médica y socioeconómica.

Las implicaciones

Los autores enfatizaron que “los síntomas prolongados de COVID-19 a los 2 años se relacionaron con una disminución de la calidad de vida, una menor capacidad de ejercicio, una salud mental anormal y un mayor uso de la atención médica después del alta. La salud física y la calidad de vida relacionada con la salud de los participantes con el virus seguían siendo peores que las de la población de control 2 años después de la infección aguda”.

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¿Cómo se obtuvieron estos resultados?

El objetivo principal de este estudio fue caracterizar de manera sistemática y exhaustiva la progresión longitudinal de los resultados de salud en sobrevivientes de esa patología con diferente gravedad inicial de la enfermedad hasta dos años después de la infección aguda, y establecer el impacto en la salud del COVID-19 prolongado.

El objetivo secundario de este estudio fue establecer si los sobrevivientes habían regresado a un estado de salud y funcional similar al de la población general dos años después de la infección.

Los expertos explicaron que estos participantes se clasificaron en tres grupos de acuerdo con su escala de gravedad durante su estadía en el hospital, escala 3: no requirió oxígeno suplementario; escala 4: requirió oxígeno suplementario; escala 5–6: requirió cánula nasal de alto flujo, ventilación mecánica no invasiva o ventilación mecánica invasiva.

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De estos 806 (68%) participantes recibieron oxígeno a través de cánulas nasales o máscara durante la hospitalización (escala 4), y 91 (8%) recibieron soporte respiratorio de alto nivel (escala 5-6) y 51 (4%) participantes habían sido admitidos en una unidad de cuidados intensivos, con una mediana de estancia de 18 días.

“Las fortalezas de nuestro estudio son el gran tamaño de la muestra, el diseño longitudinal bien definido con un seguimiento prolongado, agrupaciones reconocidas de gravedad de la enfermedad, evaluación integral en persona y la inclusión de un grupo de control de participantes sin hospitalización por COVID-19 para ayudar. determinar el estado de recuperación de los sobrevivientes de COVID-19”, finalizaron los expertos.