Escrito por:  Redacción Mascotas
Sep 27, 2025 - 3:32 pm

Los perros, considerados por muchos como los mejores amigos del ser humano, tienen una habilidad única para comunicarse sin palabras. A través de miradas, movimientos de cola, posturas corporales y pequeños gestos, expresan emociones que van desde la felicidad y la excitación hasta la ansiedad o el miedo.

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Sin embargo, entre todas esas señales, existe una en particular que, según expertos en comportamiento animal, es una de las más claras para saber si un perro realmente confía en su dueño: mostrar el vientre al acostarse panza arriba.

Pese a que no es común ver a un perro en esa posición, cuando se tumba sobre su espalda y deja su abdomen al descubierto, está mostrando una de las zonas más delicadas y vulnerables de su cuerpo.

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En la naturaleza, ningún animal expone su abdomen si no se siente seguro en su entorno. Por eso, que un perro adopte esta posición junto a su dueño es un signo inequívoco de que lo considera una figura confiable y protectora, alguien en quien puede relajarse sin temor a ser lastimado.

Especialistas en conducta canina explican que esta señal de vulnerabilidad es distinta a la postura que algunos perros adoptan durante el juego. En un contexto lúdico, suelen rodar rápidamente hacia atrás, mover las patas con energía y tener una expresión claramente juguetona.

En cambio, cuando el gesto es de confianza plena, el animal se relaja, respira lentamente y permanece quieto, muchas veces invitando con su actitud a recibir caricias en la panza.

Este gesto, que para los dueños puede parecer cotidiano, tiene una fuerte carga emocional para el perro. Implica no solo que se siente seguro físicamente, sino también que tiene un vínculo afectivo sólido con la persona que lo cuida. Además, es una forma de comunicación no verbal que indica que el animal no percibe amenazas y está dispuesto a interactuar de manera positiva.

Aunque mostrar el abdomen es uno de los signos más evidentes, no es el único. Los expertos señalan otros comportamientos que reflejan confianza y apego hacia el dueño.

Por ejemplo, cuando un perro sigue a su tutor a todas partes sin mostrar ansiedad; cuando duerme profundamente cerca de él; cuando mantiene contacto visual relajado, sin tensión en las orejas o el cuerpo; o cuando le lleva sus juguetes y se apoya contra su cuerpo para recibir afecto.

Construir este tipo de confianza, sin embargo, no es algo que ocurra de un día para otro. Requiere tiempo, paciencia y, sobre todo, respeto hacia las necesidades y emociones del animal.

Los especialistas recomiendan no forzar al perro a hacer algo que le incomode y reforzar positivamente sus conductas deseadas con caricias, palabras amables o recompensas. El trato cariñoso y consistente ayuda al perro a entender que su entorno es seguro y que puede relajarse junto a su dueño.

Así, un perro que se acuesta panza arriba junto a su dueño no solo está buscando un mimo: está mostrando uno de los gestos más íntimos de confianza que un animal puede ofrecer. Reconocerlo y valorarlo es clave para mantener una relación sana, equilibrada y afectuosa entre las personas y sus compañeros caninos.

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