La filatelia, entendida como el arte y la pasión por coleccionar y estudiar estampillas postales, ha sido para muchos una ventana a la historia y la memoria colectiva de los pueblos. Don José Nóbar Pineda González, originario de Calarcá y residente en Armenia, personifica ese vínculo entre las estampillas y los relatos que encierran. Según narra Crónica del Quindío, su afición nació en los años sesenta, cuando como estudiante de primaria recibió el encargo docente de llevar a casa algunas estampillas y socializarlas con su familia. En aquella época, las cartas eran el principal canal de comunicación, y los sellos postales, material común en cada hogar. Nadie pudo prever que ese ejercicio escolar despertaría una devoción perdurable, que ya suma más de seis décadas de dedicación.
Aunque su recorrido profesional se orientó hacia el derecho y la docencia universitaria —pues ejerció como abogado y profesor en la Universidad del Quindío—, la filatelia se transformó en el hilo conductor de su vida cotidiana. Un giro clave ocurrió durante su especialización en Bogotá, donde conoció a una reconocida figura de la filatelia nacional. Este mentor le obsequió una bolsa repleta de estampillas sin clasificar y varios libros, detonando definitivamente el interés de don José por profundizar en ese universo minucioso.
Para él, cada estampilla trasciende el mero carácter de objeto coleccionable. Constituye un testimonio particular de aniversarios, conmemoraciones, monumentos, templos y hechos trascendentes. “Prefiero las estampillas usadas porque viajaron, llevaron un mensaje, tienen historia”, comparte mientras recorre sus álbumes. En palabras del propio don José, estos pequeños rectángulos de papel “cuentan un momento del país”, articulando colectivamente la memoria social.
Su colección está organizada en dos grandes periodos: el cronológico, que abarca desde la primera emisión postal de Colombia en 1859 hasta 1958, y el post-centenario, que ya suma seis álbumes completos. Una de sus joyas más preciadas proviene de Italia: una estampilla conmemorativa de un mundial de fútbol asociada a la selección Colombia, ejemplo de cómo el valor de estas piezas se mide por su rareza, demanda y estado de conservación. Según señala, “el precio lo decide quien quiera pagarlo”.
El confinamiento provocado por la pandemia le ofreció a don José la posibilidad de profundizar en su pasión y, sobre todo, compartir sus conocimientos. Fue entonces cuando creó el grupo de Facebook “Filatelia de Armenia Quindío para Colombia y el Mundo”, que convocó a muchos entusiastas para intercambiar saberes, anécdotas y hallazgos. Su quehacer ha trascendido el coleccionismo, participando en conversatorios y encuentros culturales, donde subraya la filatelia como ejercicio de memoria social y parte importante del patrimonio cultural.
Ahora, mientras las cartas se tornan cada vez más infrecuentes en la era digital, persisten quienes, como don José Nóbar, encuentran en las estampillas un medio irremplazable para leer la historia. A través de su colección, conserva y transmite los relatos, voces y tiempos impresos en cada sello, erigiéndose como guardián de la memoria filatélica en el Quindío.
¿Por qué todavía atrae la filatelia a nuevas generaciones?
Aunque los métodos de comunicación han cambiado con la aparición de la tecnología y el correo electrónico, la filatelia conserva su atractivo para algunas personas, incluidas nuevas generaciones. La colección de estampillas no solamente apela al sentido estético y la curiosidad histórica, sino que también invita al encuentro intergeneracional y al aprendizaje de la historia a través de objetos tangibles. En contextos actuales, la filatelia sirve como recordatorio de modos de comunicación pasados y como vehículo de educación patrimonial.
El caso de don José Nóbar ejemplifica cómo estas colecciones pueden mantenerse vivas en el tiempo y seguir inspirando a otros. El interés por las estampillas revela una inquietud por entender los momentos históricos, las transformaciones políticas y culturales, y la evolución del arte, todo desde la perspectiva singular de los pequeños sellos que han recorrido el mundo. Queda abierta la pregunta sobre la posibilidad y el modo en que la filatelia se adaptará a los cambios sociales actuales sin perder su esencia.
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
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