La aspirina fluidifica la sangre y evita que se formen coágulos en las arterias. Pero la sangre demasiado fina puede producir hemorragias. De ahí el dilema: ¿para qué tipo de pacientes el beneficio de la reducción del riesgo cardiovascular supera el riesgo de hemorragia?

Para las personas que ya han tenido un ACV (accidente cardiovascular) o un infarto, la balanza se inclina claramente hacia tomar aspirina, según muchos estudios. Estas personas tienen un claro riesgo de un segundo accidente, y la aspirina les ayuda a prevenirlo. 

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Un nuevo estudio, publicado el martes en la Journal of the American Medical Association  (Jama), ofrece una visión más amplia para los pacientes que aún no han tenido problemas cardiovasculares.

Pero realmente no zanja la controversia: afirma que, por un lado, la aspirina reduce el riesgo de ataque cardíaco y accidente cerebrovascular en personas sin antecedentes; pero, por otro lado, aumenta el riesgo de hemorragia grave, especialmente en el cerebro, el estómago y los intestinos.

“Para las personas sanas, los bajos beneficios de la aspirina para prevenir el accidente cerebrovascular y el ataque cardíaco tienen una contraparte en un mayor riesgo de sangrado”, dice Jane Armitage, profesora de epidemiología en la Universidad de Oxford.

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Entonces, los médicos deben recomendar la aspirina caso por caso, dependiendo de los otros riesgos del paciente, escribe el cardiólogo Michael Gaziano en un comentario.

Por ejemplo, dejar de fumar o bajar los niveles de colesterol son otros métodos para tratar de reducir el riesgo cardiovascular.