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Cuando se trata de hablar sobre pecados, muchos intentan evadir el tema debido a que les recuerdan acciones que generan culpa y cargo de conciencia. Según la religión, existe el sacramento de la confesión que precisamente facilita la reconciliación y restaura la relación con Dios.
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¿Qué significa un pecado mortal?
El pecado mortal se considera una agresión grave contra las leyes divinas, lo que resulta en una separación total de la gracia de Dios. Este acto cuenta con tres condiciones:
- Gravedad del pecado: implica acciones serias que van en contra de los mandamientos de Dios, como el homicidio, el adulterio, la blasfemia grave, entre otros.
- Conocimiento: se requiere pleno conocimiento de que el acto es pecaminoso y va en contra de las enseñanzas de la fe.
- Consentimiento deliberado: la persona debe tomar la decisión consciente y libre de cometer esta falta a pesar de conocer su gravedad.
Se cree que un pecado mortal rompe la relación de amistad con Dios y priva a la persona de la gracia divina. Según la enseñanza católica, para restablecer esta relación, se requiere el sacramento de la reconciliación (confesión) con un sacerdote, acompañado de un arrepentimiento genuino y una firme intención de no volver a cometerlo.
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¿Qué significa un pecado venial?
Un pecado venial, en contraste con el pecado mortal, se considera una transgresión de menor gravedad en términos de su impacto en la relación con Dios. En la teología católica, se define como un pecado que no rompe la amistad con Dios, pero debilita la relación y la disposición espiritual de la persona.
Algunas características incluyen:
- Menor gravedad: son acciones que van en contra de la voluntad de Dios, pero no son de la misma gravedad que los pecados mortales. Pueden incluir pensamientos, palabras y acciones que no están en línea con los principios morales, pero no son tan serios como para romper por completo la relación con Dios.
- Falta de pleno consentimiento o conocimiento: a diferencia de los pecados mortales, estas infracciones son el resultado de una falta de pleno consentimiento o conocimiento. Pueden ser hábitos arraigados, debilidades humanas o acciones cometidas sin una completa conciencia de su gravedad.
- No rompen la gracia santificante: aunque debilitan la relación con Dios, no cortan completamente la comunicación con él. La oración, la penitencia y la participación en la Eucaristía se consideran formas de purificación y fortalecimiento espiritual para tratar con estos pecados.
*Este artículo fue escrito y curado por periodistas del equipo de Robby Bienestar, con apoyo de una inteligencia artificial que utiliza machine learning para producir texto.
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