Unas familias optan por rapar al bebé porque creen que sus hijos tendrán cabello más fuerte, grueso, sedoso y definido, pero, al final las características del cabello están predeterminadas por cuestiones genéticas y no por este ritual tan arraigado.

Otras personas consideran hacerlo por la estética, piensan que el pelo se ve muy desarreglado o rebelde, pero podría tener consecuencias. Los bebés no están preparados para regular su temperatura corporal, por lo que el pelo les ayuda a mantener el calor por medio de su cabeza.

Además, los padres suelen preocuparse por el aspecto del pelo del niño cuando ven que es muy delgado, no obstante, según la dermatóloga Gladys León de la fundación mexicana para la dermatología, en el portal bbmundo, los folículos no han madurado y ese cabello no será el definitivo.

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Durante la adolescencia, o incluso la adultez, este puede cambiar de forma y de color. Es normal que se pueda demorar en crecer, se recomienda ver a un especialista si el infante cumplió los tres años y no se desarrolla bien.

Cantidad, color, grosor y forma se deben en gran parte a la genética adquirida a través de padres, abuelos, y otros familiares en la línea del árbol genealógico.

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Por último, si se desea influir a la hora de tener una cabellera saludable o no la alimentación es un factor clave. Desde la lactancia en los primeros meses hasta comidas nutridas con frutas verduras y agua son lo fundamental. También se aconseja usar shampoos suaves o sin colorantes.

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