No está muy claro el origen de la palabra canario, que provino de las Islas Canarias, ubicadas en la región noroccidental de África, llamadas así, según unos, por los muchos perros salvajes que la habitaban (en latín canis es perro), y, según otros, por una etnia africana llamada Canarii. 

Lo cierto es que unas aves amarillas provenientes de este archipiélago se denominaron canarios y, por extensión, se llamaron así a otros pájaros similares como el canario criollo. 

Esta especie se da en la mitad norte de Colombia y en buena parte de Suramérica, en tres regiones aisladas, hasta los 2.000 metros de altura. La introdujeron en jaulas a Panamá y Jamaica, donde se liberó y se reprodujo.

Pertenece a la familia Thraupidae, la misma del azulejo. Su nombre científico original era Fringilla flaveola, impuesto por el científico sueco Carlos Linneo en 1766. Cambió posteriormente a Sicalis flaveola. El nuevo nombre del género había sido establecido en 1828 por el zoólogo alemán Friedrich Boie, tomado del griego sikalis, como denominaban los filósofos de la antigüedad Aristóteles y Epicarmo a un ave aún no precisada.

Y el epíteto específico flaveola es el diminutivo del latín flavus, que significa amarillo. En inglés se le llama Saffron Finch, que significa Pinzón azafranado; pinzón es un hombre común de muchas aves pequeñas y azafranado es por el parecido al color de esta planta oriunda de Oriente, usada en culinaria y medicina desde hace más de 4.000 años.

El dimorfismo sexual de las especies biológicas se da cuando existen diferencias entre los machos y las hembras. En el caso del canario criollo, la hembra no es tan vistosa como el macho. Además, es ella quien construye el nido mientras su pareja entona cantos. Permanecen en grupos y se alimentan regularmente de semillas, granos y algunos insectos.