Corría el año 1999 cuando Miryam Stella Rizo, empresaria exitosa de la compañía de ajustadores de seguros Crawford Ltda, trabajaba en Armenia y sufría problemas de estrés y de alta carga de trabajo. A su regreso a Chía, en ese mismo año –había terminado su etapa en el Quindío– empezó a entrenar atletismo de manera aficionada por recomendación de un cuñado suyo, como antídoto contra el estrés.

A finales de ese mismo año, Rizo quería medir la capacidad que había adquirido gracias a sus entrenamientos, y decidió ponerse a prueba en su primera carrera. Participó en San Silvestre de Chía, donde llegó en el último puesto entre los 23 corredores mayores de 45 que competían en su categoría en esta carrera de 10 km.

En ese momento la tecnología no era muy avanzada, por lo tanto, no existían los chips y la medición la realizaban jueces, de tal forma que Rizo no recuerda los tiempos de competencia. Pero llegar en el último lugar, en lugar de desanimarla, la motivó a seguir con sus entrenamientos. 

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Primeras salidas nacionales e internacionales

Entre la San Silvestre de Chía de 1999 y la primera vez que Rizo salió de su tierra natal para competir en una carrera, pasaron más de diez años de entrenamientos por cuenta propia. Había competido en Bogotá en carreras patrocinadas por marcas como Nike, Reebok y Carrefour. Pero en 2011, cuando fue a Medellín a correr la Media Maratón de esa ciudad, ocurrió algo importante en la vida de esta atleta.

En la capital antioqueña conoció al que sería su entrenador, Juan Carlos Hernández, un atleta destacado en este deporte. Rizo vio a Hernández en los momentos previos a la carrera. Durante la entrega del kit, dorsal, chip y obsequio de los patrocinadores. Rizo se le acercó y le pidió su número de teléfono, pensando en que en un futuro podía entrenarla. Y desde ese encuentro, no se han separado como entrenador y competidora. Este proceso de entrenamiento juntos ya lleva 11 años. 

Para Rizo esto fue muy importante porque desde ese momento tuvo un entrenamiento dirigido y fue guiada por una persona experta en este deporte que le dio los planes de entrenamiento adecuados para que mejorara sus tiempos y no se lesionara. 

Rizo cuenta que, en esos primeros meses entrenando juntos, le comentó a su entrenador que estaba interesada en participar en la Media Maratón de Santiago de Chile, pero que no había podido inscribirse porque se habían agotado las inscripciones. Hernández iba a competir en esa carrera, y su pupila, a pesar de que no iba a poder participar, decidió acompañarlo a ese país. 

El 24 de marzo de 2012, Rizo y Hernández llegaron a la capital chilena. Ese mismo día se presentaron ante la Federación Nacional de Atletismo de Chile para reclamar el kit de competencia del entrenador –ese que suelen dar todas las carreras y que incluye, casi siempre, la camiseta con los logos de la competición y, sin excepción, el dorsal que identifica a cada corredor y el chip con el que se miden los tiempos de cada uno en el circuito–. Pero ocurrió algo inesperado para la bogotana: su entrenador le había conseguido un número para competir, y su kit también la estaba esperando. 

Rizo no podía estar más contenta. Estaba feliz de participar porque sería su primera carrera a nivel internacional. Sabía que había entrenado lo suficiente y estaba lista para enfrentar esos 21 kilómetro por primera vez fuera de su país.

Una semana más tarde, el primero de abril, la atleta de entonces 61 años, se sentía segura en la línea de salida. Cuenta que, mientras corría, recordaba cada uno de los consejos de su entrenador: estar concentrada en la competencia, manejar la tranquilidad, un ritmo regulado de carrera y recibir alimentación en la zona de hidratación y avituallamiento durante el recorrido. Pero ella sabía que lo más importante era manejar la ansiedad desde el primer segundo. Y así lo hizo.

Al llegar a la meta, le entregaron su medalla de participación y se fue directamente a su hotel, sin saber cuál había sido su lugar en la competencia, ni cuáles sus tiempos. En esa época los resultados no eran inmediatos, sino que se requería de horas e incluso días para obtener los resultados de competencia.

Pero unas horas más tarde, fue con su entrenador al centro de organizadores para saber cuál había sido su tiempo según el chip de competencia, y el organizador les contestó: “Miryam: quedó en el primer lugar en la categoría de 60 a 64 años. Su tiempo fue de 1h:58m”. 

Hernández, por su parte, comenta que esto fue para él una gran recompensa, porque respaldaba la confianza que depositó la atleta en su trabajo y, sin duda, fue algo que los llenó de motivación y alegría. Al recordar este suceso, dice también que la mayor lección es que “No hay edad para cumplir los sueños. Es el deseo de hacerlo y sacar adelante cada objetivo propuesto lo que nos lleva a conseguirlos”. 

Un año después, Rizo ya se sentía lista para pasar de los 21 kilómetros a los 42.2 kilómetros de una maratón completa. Hernández le advirtió que correr una maratón implicaba mayor entrenamiento, intensidad, y más kilometraje de entrenamiento, pero a Rizo eso no le importó. Una vez más, los retos eran motivación para ella –como le ocurrió cuando llegó de última en la San Silvestre–. 

La carrera que habían elegido para ese reto maratónico de Rizo fue la Maratón de la Bandera en Rosario, Argentina, 15 meses después de la experiencia chilena. Fueron meses difíciles de adaptación a una mayor intensidad de entrenamiento para que el cuerpo ganara mayor resistencia a la cantidad de kilometraje recorrido, con cambios en la alimentación, consumo de carbohidratos, proteína, tener una mejor hidratación y un adecuado descanso con el objetivo de preservar el cuerpo y los músculos para una competencia de tan alto nivel, y evitar lesiones. De nuevo, entrenador y atleta viajaron juntos a competir.

De la carrera, Rizo recuerda que el momento más emocionante fue cuando, mientras ella iba cruzando más o menos la mitad de la carrera vio a su entrenador alcanzarla. En esa carrera, en la que hubo más de 3.500 participantes de 17 países y 90 mil espectadores siguiendo la competencia, Hernández cruzó la meta a las 2h24m53s, coronándose como campeón de la carrera. 

A Rizo, ver a su entrenador llegar en el primer puesto le dio la energía que necesitaba para los 20 km que le faltaban. Para esa altura de la competencia, ella ya presentaba muestras de cansancio. Pero ella, veterana de las maratones, que no se deja amedrentar por ningún obstáculo, cruzó la meta con un tiempo de 4 horas 17 minutos. Si bien, el tiempo se encuentra dentro del limite de su categoría:3h:58m a 4h:20m, eso no vino a influir en Miriam quien, al final, termino coronándose como primer puesto en su categoría. Entrenador y pupila juntos en el primer lugar. “Moñona”, dice la atleta con una sonrisa, feliz al recordarlo. 

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Tras este triunfo, Rizo ha participado en otras competencias de alto nivel y ha obtenido el primer puesto en Miami, París, Boston y Berlín. En su última competencia, la media maratón de Miami 2022, Rizo logró otra de sus hazañas: ganar la competencia con una lesión en las vértebras a cuestas, lo cual demuestra que es una atleta que no se detiene.     

Ventajas, desventajas de correr a los 70 años

La fisioterapeuta Lorena Martínez afirma que hacer ejercicio a una edad avanzada ayuda a mejorar la calidad de vida, además de, según estudios de la Universidad Central de Ecuador, reducir la incidencia de enfermedades cardiacas, como la hipertensión arterial, la enfermedad arterial coronaria, el infarto agudo de miocardio, entre otras. Practicar ejercicio a esta edad también previene el riesgo de sufrir lesiones porque el hacer ejercicio disminuye la pérdida de densidad ósea relacionada con la edad, fortalece la masa muscular y reduce el dolor esquelético asociado al envejecimiento. 

Un estudio realizado por el psicólogo Henninng Allmer, de la Universidad Alemana del Deporte, concluyó que son varias las razones por las que las personas con edad avanzada no hacen actividad física: creen que la actividad deportiva no es necesaria, se asocia a altas inversiones de tiempo y dinero y, asimismo, la asocian con un esfuerzo físico alto, que no todos los adultos mayores están dispuestos a asumir.

Pero Rizo, claramente, no es uno de esos adultos mayores. A ella la práctica deportiva, desde 1999, le ha ayudado a reducir los problemas de salud que se suelen producir en la vejez. No obstante, la lesión que desarrolló en la espalda es un factor derivado de sus competiciones y su alta carga de entrenamiento, tal como lo explica la fisioterapeuta: “el problema con este tipo de casos es que los adultos mayores no tienen la misma capacidad de recuperación que un joven, debido a que sus células están envejeciendo y el sistema muscular se pone cada vez más rígido. En el caso de esta atleta, lo más recomendable sería que baje la intensidad de trabajo y haga ejercicio de manera moderada”. 

Sin embargo, Rizo explica que esta lesión ya la tenía hace más de diez años, y se fue haciendo más evidente por el entrenamiento y agudizando con el tiempo de competencia. Rizo comenta que a inicios de 2020 se sometió a una cirugía de descompresión de vértebras -un estiramiento de columna para aliviar este tipo de dolores-, ya que, según ella, el dolor era tan grande que no le permitía caminar. La cirugía fue un éxito y Rizo, después de la cuarentena, pudo volver a entrenar, aunque la lesión está presente, pero controlada gracias a la operación que se le realizó a esta deportista. 

Para Rizo, la lesión es una situación que le enseña a manejar el dolor físico y a sobreponerse a los problemas con el fin de hacer lo que a uno le apasiona. “Si tengo una lesión, debo jugar con esa vivencia con el fin de destacarme en la carrera. Nunca me he retirado de una competencia, a pesar de los problemas físicos que he presentado como atleta”, explica. “Cuando yo practico el atletismo siento un cansancio placentero, pero cuando dejo de practicarlo sufro de depresión, el deporte me genera una inyección extra de adrenalina al cuerpo, si dejo de correr, me muero”, concluye.

Además de atleta, Rizo es madre, esposa y abuela. Es, según sus familiares, el mayor orgullo de la familia. No obstante, sus últimas lesiones han causado preocupación en sus familiares y algunos le han aconsejado que le baje a la intensidad. Así lo explica su hijo Guillermo Roa Rizo: “Respeto mucho el empeño que mi mamá le mete al deporte. Sin embargo, debido a su lesión que, a una edad como la suya, es irreversible, le hemos aconsejado que regule la cantidad de tiempo y esfuerzo de sus entrenamientos y que esto le suponga una buena calidad de vida y pueda disfrutar con su familia”. Sin embargo, Roa Rizo afirma que, a pesar de esto, disfruta verla competir y superar cada adversidad que se le ha presentado. 

Por su parte, Rodrigo Roa, esposo de la atleta y su socio en Crawford Ltda., es, junto a su cuñada, Victoria Chaparro, su compañero de viajes y quien, según explica la atleta, el que varias veces le ha dado las palabras de aliento necesarias para terminar algunas competiciones. 

Roa cuenta que en los más de 15 años que lleva acompañando a su esposa, ha notado que ella, a la hora de competir, deja en alto a su entrenador y a toda la familia. A diferencia de su hijo, sabe que ella conoce sus límites y es consciente de su salud. Por eso confía en que, cuando sea el momento, la maratonista tomará la decisión correcta, y sabrá si debe retirarse o no.  

Por otra parte, Chaparro, su cuñada, cuenta que Rizo ha influido en su vida no solo desde el ámbito familiar sino también por su espíritu al competir: “yo no soy deportista, sin embargo, las veces que la he acompañado a algunas carreras, me he sentido partícipe de su vida deportiva”. Chaparro es también su “periodista personal”. Según cuenta, es la encargada de tomarle fotos, reportar a la familia cómo va Rizo durante las competencias, el ritmo al que está corriendo y si se presenta algún problema. Si se llegara a dar el caso, ella podría ser la encargada de anunciar su retiro del atletismo, pero, como dice Chaparro, “ella no se ha retirado hasta el momento y eso nos llena de felicidad”.

Por: Deyvid Hernández e Iván Castiblanco

*Estas notas hacen parte de un acuerdo entre Pulzo y la Universidad de la Sabana para publicar los mejores contenidos de la facultad de Comunicación Social y Periodismo. La responsabilidad de los contenidos aquí publicados es exclusivamente de la Universidad de la Sabana.