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NASA perdió contacto con MAVEN, sonda clave para estudiar Marte y comunicar rovers. Buscan recuperarla para evitar impacto en futuras misiones
NASA confirmó que la sonda MAVEN dejó de comunicarse con la Tierra durante un paso orbital detrás de Marte. La señal nunca volvió, pese a que todo funcionaba bien antes del ocultamiento. MAVEN llevaba más de una década estudiando la atmósfera marciana y trabajando como enlace de comunicaciones para los rovers Curiosity y Perseverance. Ahora los equipos en la Tierra buscan recuperar el contacto y entender lo que pasó, porque la misión es vital para la ciencia y para las operaciones activas en el planeta rojo. ¿Qué implica este silencio inesperado para el presente y el futuro de Marte?
MAVEN es una sonda que llevaba once años en órbita marciana. Llegó en 2014 y desde entonces ayudó a entender cómo Marte perdió su atmósfera, cómo interactúa con el viento solar y cómo esos procesos transformaron al planeta en un mundo frío y seco. También era parte del sistema que transporta datos desde la superficie marciana hasta la Tierra, un rol que permitía que fotos, mediciones y avances científicos llegaran a nuestros laboratorios. El 6 de diciembre, MAVEN cruzó detrás de Marte en una maniobra rutinaria. Antes de perderse de vista, sus datos mostraban un funcionamiento estable, sin señales de anomalías. Pero al salir del lado opuesto, el silencio fue total. NASA no recibió ni un pulso de telemetría. Ese hecho genera inquietud, porque afecta observaciones científicas y comunicaciones. Además, recuerda la fragilidad de una flota envejecida que mantiene activa la exploración marciana.
El silencio de MAVEN llega en un momento en el que la red de orbitadores de NASA ya está bajo presión. Mars Odyssey lleva más de veinte años y se espera que agote su combustible pronto. El Mars Reconnaissance Orbiter también supera la década y media de operación, con instrumentos que han dado señales de desgaste. La Agencia Espacial Europea aporta dos naves, Mars Express y el Trace Gas Orbiter, pero también están cumpliendo ciclos de vida extendidos. Cada una cubre turnos de comunicación para los rovers, y si una falla, la carga aumenta en las demás. MAVEN aportaba una ventaja especial: su órbita alta permitía relays más largos, lo que resolvía grandes cantidades de datos en menos tiempo. Perder ese enlace significa una reducción inmediata en la capacidad de transmitir ciencia desde la superficie marciana. También complica la logística de futuras misiones como el programa para traer a la Tierra las muestras recogidas por Perseverance. Y para completar el panorama, NASA aún no ha logrado definir ni lanzar un nuevo orbitador de comunicaciones, pese a que lleva dos décadas intentándolo.
Los equipos en la Tierra estudian telemetrías previas al apagón y la última posición calculada para modelar hipótesis. Buscan señales débiles en el Deep Space Network, una red de antenas gigantes ubicadas en España, Estados Unidos y Australia. Esta red rastrea sondas a miles de millones de kilómetros y es la única capaz de recuperar un rastro diminuto que permita reconstruir la orientación o estado energético de MAVEN. La prioridad es determinar si la nave entró en un modo de seguridad, si perdió actitud, si hubo un fallo en la antena o si ocurrió un problema más profundo en sus sistemas. Recordemos que en 2022 MAVEN pasó tres meses en modo seguro por fallas en sus giróscopos y fue necesario reescribir su software de orientación. Ese antecedente mantiene viva la esperanza de que el equipo logre reactivarla. NASA también estudia acelerar el desarrollo del futuro orbitador de telecomunicaciones, un proyecto que por fin recibió financiación de 700 millones de dólares. Blue Origin y Rocket Lab ya han presentado ideas para cumplir ese rol. Mientras tanto,…
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