El epidemiólogo colombiano-canadiense Alejandro Jadad, afirma que postergar la vejez ha desconectado al humano de su mortalidad, señala la revista Semana.

“Cifras en la Organización Mundial de la Salud, señalan que un niño que nació en 2015 vivirá 71 años en promedio y aquel que nazca en 2030 pasará el umbral de los 90, un dato que emociona a muchos. Pero la vida saludable en esos años extra no ha aumentado al mismo ritmo. La ciencia realmente busca prolongar la vida, pero no necesariamente mejorarla”, dice Jadad.

Según Jadad, no hay edad para esperar la muerte. Vale la pena preguntarse cuál es el miedo.

Los fundadores de Google, Sergey Brin y Larry Page, que crearon Calico, una iniciativa para controlar la expectativa de vida, son fuertemente criticados por su rechazo a imaginar un mundo sin ellos, reseña la revista.

Otros multimillonarios que lucha contra la muerte es Peter Thiel, cofundador de PayPal y por supuesto, el mayor líder del movimiento, Ray Kurzweil, futurista de Google, quien toma 100 pastillas al día para no dejar que la vejez toque a su puerta.

Por otro lado, Bárbara Ehrenreich, bióloga y periodista de 76 años, que escribió el libro ‘Natural Causes’, que critica las trivialidades de la industria del bienestar, insiste en recordar la importancia de asumir la mortalidad como un proceso normal.

“Cuando la persona fallece luego de los 70, no hay tanto misterio, y su deceso no es considerado trágico ni necesita mucha explicación”, dice Ehrenreich.

 

La periodista californiana Karen Butler en medio de su investigación cuenta cómo un preparador de cadáveres le reveló que en el pasado los muertos llegaban marchitos y secos, pero ahora lo hacían inflados y llenos de moretones por las intervenciones para postergar el final, divulga el artículo.

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“Nuestra noción de la amistad, la familia, el matrimonio y tener pareja se derrumbaría. Nadie quiere casarse por 150 años. La gente le empezaría a perder la pista a sus bisnietos. ¿Qué significa tener una familia que se extiende por generaciones? La vida sería aburrida y distante, las personas perderían su identidad. Si vive más de 300 años, ¿recordará cómo se sentía cuando tenía 20?”, dijo a Semana Art Caplan, experto en bioética.