Aunque es poco normal que ocurra este tipo de situaciones, en algún momento se puede presentar una confusión por usar el carro de alguien más, o simplemente por estar despistado.

Sin embargo, como explica el portal Gizmodo, las boquillas de las mangueras de diésel y de gasolina difieren ligeramente en el diámetro y ayudan a evitar este tipo de errores.

El principal problema de ponerle diésel a un motor de gasolina es la combustión. Estos motores trabajan con la combinación del combustible líquido y aire comprimido.

Allí se genera una chispa que enciende esta mezcla y la explosión interna mueve los pistones dentro de los cilindros, lo que genera la energía necesaria para mover el motor y hace que este continúe funcionando mientras que el carro avanza.

Por otro lado, los motores diésel tienen el aire comprimido dentro del cilindro a una alta temperatura, y lo que hacen los inyectores es rociar el combustible para que este se queme espontáneamente y se dé el movimiento de los pistones.

Los motores de gasolina no pueden proporcionar la temperatura requerida para quemar el diésel, por lo tanto al ingresar el combustible al motor, este no va a poder quemarse cuando se encienda la chispa. En otras palabras, no funciona.

No solo deberá llamar una grúa para que remolque su vehículo que ha se ha quedado parado, sino que también deberá llamar un mecánico para que drene todo el sistema de combustible, inyectores y tubos por donde haya pasado el diésel. Gizmodo agrega que esto solo puede hacerse de forma manual.

Si su carro es un modelo antiguo y usa carburador, el problema será aún mayor ya que seguramente este podría estar dañado.