Es desbordado el tiempo que pasamos en nuestros teléfonos celulares. Hay quienes incluso consideran que este ya pasó de ser un accesorio a ser una especie de extensión de nuestro cuerpo. Es más, hay una compañía que incluso se atrevió a hacer un modelo de cómo luciría el cuerpo humano en el futuro, con las mutaciones que sufriría por cuenta del uso excesivo de este dispositivo. Si le genera curiosidad, busque en Google: “Mindy smartphone año 3000″.

Pero alguna vez se ha preguntado ¿cuál es el mayor uso que le dan las personas en el mundo a este dispositivo?. Evidentemente, y aún con lo contradictorio que suena, no es el hacer llamadas telefónicas, como lo hacían nuestros “ancestros” de hace dos décadas.

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Según la analista Hootsuite, en julio del presente año habían 5.340 millones de teléfonos inteligentes en el mundo (93 millones más que hace un año), lo que representa casi el 66,9 % de la población mundial. Un dato curioso es que hay países (entre ellos Colombia) en el que hay más teléfonos que personas.

Hootsuite muestra que parte de los principales usos que se le da a estos dispositivos es el de realizar video llamadas. Se estima que el 37,5 % de la población mundial recurrió a esta funcionalidad en el último mes. Sin embargo, hay territorios donde su uso es más protagónico. Tal es el caso de Sudáfrica, donde el 55,4 % de su población emplea con regularidad las videollamadas, seguido de Filipinas (54 %), Nigeria (48,5 %), los Emiratos Árabes Unidos (47,5 %) y la India (46,9 %).

Colombia se ubica en la sexta posición, con el 46,3 % de su población, situándose así por encima de otros latinos como México (44,2 %), Brasil (41,2 %) y Argentina (30 %).

La analista también muestra cuáles son las aplicaciones en las que se invierte más tiempo. El ‘ranking’ de las 10 más consumidas es:

  1. YouTube
  2. Facebook
  3. Whatsapp
  4. Google Chrome
  5. Instagram
  6. TikTok
  7. Samsung Touchwiz Home
  8. Phone By Google
  9. Facebook Messenger
  10. Google

En el top 10 (por compañías) estas son las apps más consumidas:

  1. Facebook (Meta)
  2. Whatsapp (Meta)
  3. Instagram (Meta)
  4. Facebook Messenger (Meta)
  5. TikTok (ByteDance)
  6. Telegram (Telegram)
  7. Amazon (Amazon)
  8. Twitter (Twitter)
  9. Spotify (Spotify)
  10. Netflix (Netflix)

El top 10 de los videojuegos para smartphone:

  1. Roblox
  2. Candy Crush Saga
  3. Subway Surfers
  4. Garena Free Fire
  5. Ludo King
  6. Minecraft
  7. PUBG Mobile
  8. Clash Royale
  9. Call of Duty Mobile
  10. Mobile Legends: Bang Bang

Se cree que actualmente hay 35.000 millones de aplicaciones descargadas (900 millones menos que el año pasado), y que los consumidores gastan en estas más de US$32.500 millones (trimestrales), lo que deja un gasto per cápita promedio de US$4,88 ($20.785 pesos colombianos).

¿Un problema serio?

Expertos en la salud (física y mental) consultados por este medio aseguran que los teléfonos inteligentes pueden convertirse en elementos de uso problemático (cuando se usan de forma exagerada).

Ejemplo de lo anterior son las afectaciones a los ojos que puede causar el brillo de su pantalla; a los oídos, por accesorios como los auriculares, e incluso de ergonomía (dolor de cuello y de manos) por el uso excesivo y en posiciones que tienden a cansar ciertas áreas del cuerpo.

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Los problemas también pasan a lo psicológico, pues también puede causar trastornos compulsivos que deriven en “adicciones”. Pero ¿qué es una adicción?

Para el representante de psicología clínica en el Colegio Colombiano de Psicólogos, Leonardo Castellanos, es equivocado que la adicción al celular reciba el calificativo de enfermedad; un término más apropiado sería “comportamiento”, ya que el uso del teléfono es una forma de hacer las cosas y algo que se aprende y se mantiene en el tiempo, como trabajar, ver televisión e incluso conversar. “Lo que pasa es que algunos comportamientos, ya sea por su duración, intensidad o el lugar donde se emiten comienzan a generar problemas”, explica el profesional.

Que las relaciones familiares y demás contactos sociales se vean afectados por el uso excesivo del teléfono, que se experimente ansiedad al no tener este dispositivo cerca, o que la persona no duerma por estar interactuando con el artefacto, es tan solo un puñado de indicadores que sugieren que una persona es ciberadicta.

El problema aquí es que el solo uso excesivo del teléfono no es suficiente para determinar una adicción. A diferencia de las enfermedades, en las que se puede diagnosticar diabetes a una persona por exceder ciertos niveles de azúcar en su sangre, las ciberadicciones dependen del contexto. Por ejemplo, usar demasiado el celular no es lo mismo para un periodista que para el encargado de la seguridad industrial de una compañía. Eso no significa que una persona que, por trabajo, use demasiado el teléfono no pueda desarrollar una adicción; habría que ver el uso que le da al dispositivo al salir de su ambiente laboral.

Una publicación del psiquiatra Antonio Terán Nieto, “Adicción a las nuevas tecnologías”, señala que la consecuencia de este tipo de adicciones es que las personas son conducidas a un aislamiento progresivo y comienzan a aparecer todo tipo de problemas físicos, psicológicos y sociales.

Ante el éxito que están teniendo los teléfonos celulares (como lo muestran las cifras en este informe), y el tiempo desmesurado que muchos emplean en este dispositivo ¿sería válido preocuparse y preguntarse si estamos enfrentando un problema de salud pública?

Un buen comienzo sería empezar por analizarse usted mismo. Si quiere haga el siguiente ejercicio. La mayoría de teléfonos tienen contadores que calculan el tiempo que usted pasa en pantalla, revíselo y pregúntese: ¿Será que estas horas que paso en el teléfono son demasiadas? ¿podría reducir estas horas? ¿el uso del teléfono está afectando la calidad del tiempo que paso con mis familiares o amigos? ¿He puesto mi vida o salud en riesgo por el uso del celular? ¿podría emplear mejor mi tiempo?

Son preguntas sencillas, pero que podrían revelar muchas cosas de su vida. La idea no es satanizar el celular, pues es una herramienta importante para el trabajo, e incluso para interactuar con la sociedad. Pero todo en sus justas proporciones.