Muchos de los avances tecnológicos que en algún punto de la historia parecían imposibles, fueron anunciados y precedidos en libros, películas y toda clase de historias que clasificaron en su momento como “ficción”.

Estamos viviendo el paso entre la ciencia-ficción y la ciencia-realidad, por ejemplo, con el desarrollo de implantes robóticos con sensores, haciendo un símil a los humanoides o cyborgs de las películas: Humanos que, gracias a estos desarrollos tecnológicos, han podido volver a una vida ‘normal’ a través de partes mecánicas y/o robóticas que reemplazan alguna extremidad, permitiéndoles desarrollar actividades completamente normales para cualquier ser humano con todas sus capacidades.

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Este desarrollo al servicio del hombre ha servido en muchos aspectos. Sin embargo, el verdadero terror se asoma cuando se pone en jaque la misma humanidad.

Recientemente, en 2018, un venezolano miembro de la Academia Mundial de Arte y Ciencia, junto a un matemático escocés, lanzaron un libro llamado “La Muerte de la Muerte”, dónde vaticinan que tendremos la última generación de mortales y la primera de inmortales.

¿Podría usted imaginarse una vida sin muerte? Claro está, por causas naturales, pues el mismo autor del libro hace el símil con las hidras o las medusas, que serían organismos naturales “inmortales” y su mortalidad se reduce únicamente a ser cazadas.

Estos avances tecnológicos vienen desarrollándose desde la década de los años 90, en aras de encontrar el secreto de la inmortalidad, la regeneración del cuerpo humano -no solo con el fin de sanar enfermedades físicas- sino también de ganarle la partida a la muerte misma.

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No hay que olvidarnos de películas de ciencia ficción como ‘El precio del mañana’. Fácilmente para muchos representaría un nuevo género, el de “terror hecho realidad”, y podríamos no estar tan lejos de esto.

Incluso, José Luis Cordeiro, escritor de “La Muerte de La Muerte” asegura que para el 2045 no solo estaría vivo, sino que sería incluso más joven y más inteligente, al converger los adelantos tecnológicos con la inteligencia humana, y aún sin hablar de la proyección que tiene la inteligencia artificial, que a la fecha ya ha reemplazado de manera favorable -y con una considerable reducción de riesgos- a muchos humanos en distintos campos.

Humanos vs. Robots

En los avances más increíbles en robótica, ya encontramos réplicas del brazo humano, capaz de reproducir con precisión casi la totalidad de movimientos. ¿Podría imaginarse cómo un robot mejoraría el rendimiento en tareas operativas sin tener que lidiar con el cansancio, la fatiga, el envejecimiento y la pérdida de fuerza?

Humanidad genéticamente perfecta

Como en las películas de ficción, hemos avanzado tanto en nuestros cuentos, que llegamos a un estado de manipulación genética tal que la realidad de reproducir la siguiente generación a nuestro antojo no es descabellada. Desde elegir el color de ojos, de piel, de pelo e incluso el sexo, eliminar enfermedades congénitas y alcanzar la perfección humana.

La misma vacuna para el Covid 19 está basada en manipulación de material genético. ¿Será por esto que ha llegado a causar tanto terror?

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El reemplazo de la humanidad

¿Tendría sentido una vida si cambia el para qué vivimos? El trabajo hace parte del hombre desde tiempos inmemorables; pero, más allá del trabajo como sustento, el hombre tiene una necesidad intrínseca de servir, de ser útil, y las mentes más brillantes se han empeñado en desarrollar máquinas -robots- que puedan lograr el desempeño de una persona eliminando los errores humanos causados, entre otros, por decisiones basadas en la moralidad, la ética, la compasión.

Y tras está carrera de inteligencia artificial, buscando ser más productivos, facilitar la vida y el trabajo de más personas, vamos perdiendo el verdadero sentido de la humanidad: somos débiles, vulnerables, impulsados por el éxito y el reconocimiento, por la necesidad y la gratificación. Incluso, la muerte misma es parte esencial del ser humano. Tal vez, en cierta medida, estos avances podrían replantear el final de la humanidad como la conocemos.