En los últimos días hemos visto cómo las marchas por la universidad pública se han tomado las calles de las principales ciudades de Colombia. Miles de universitarios y de ciudadanos preocupados por el futuro del país han protestado, con justa causa, por la falta de presupuesto que viven la mayoría de nuestros centros educativos universitarios públicos.

En pocos minutos las redes sociales se llenaron de fotos de estudiantes que, con pancartas, caras pintadas y megáfonos, dejaban claro que no iban a dejar que la universidad pública muriera desangrada por falta de apoyo del Estado.

No obstante, así como todos vimos las imágenes de quienes marcharon y protestaron en paz, también vimos a vándalos dañando propiedad pública y privada sin justificación alguna. Atacaron las fachadas, pintaron buses, hicieron grafitis, tiraron piedras y fueron violentos contra la prensa que quería hablar con ellos. Disfrazados de estudiantes, estos bandidos hicieron más daño que bien; como siempre, se cagaron en los que de verdad quieren una Colombia mejor.

Como era de esperarse, el video de varios encapuchados lanzando piedras y pintando las paredes de la sede de RCN Radio (acto que debe ser rechazado por todos así guste o no su forma de hacer periodismo) tuvo más repercusión en los medios y en redes que la protesta.

Aunque la mayoría entendían y apoyaban la marcha, el tema de conversación de muchos fue el ataque del que fue víctima la estación de radio… ¿Siguen creyendo esos tipos que sus actos de violencia le hacen algún bien a la protesta social?

La violencia con la que unos pocos quisieron ensuciar la marcha de los universitarios solo sirvió para que algunos justificaran su rechazo contra quienes salen a protestar pacíficamente.

Por medio de la siempre peligrosa generalización, muchos salieron publicar las fotos de los vándalos haciendo de las suyas y diciendo “esta es la protestar universitaria”. En épocas de redes sociales, donde todo se sabe y todos tienen voz, es imposible que los actos vandálicos de algunos pasen desapercibidos y, a la vez, que no haya quienes generalicen y relacionen todas las protestas con grafitis y tirar piedras. Una lástima, pero es así.

Toda protesta social es válida y debe ser respaldada por los colombianos. Sin embargo, es necesario que con la misma vehemencia rechacemos los actos de violencia que algunos desadaptados comenten durante ellas. Los encapuchados y sus acciones lo único que logran es generar rechazo colectivo a quienes están luchando de manera honesta y legal por sus intereses.

Protesta sí, vandalismo no.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.