Errores políticos y procedimentales, ausencia de argumentos para explicar lo inexplicable, comienza a pasar factura de contado a la amplia ventaja que registraba Gustavo Francisco Petro Urrego, y su fórmula vicepresidencial, en la intención de voto de los colombianos. Divergentes resultados, que muestran las últimas encuestas electorales, tienen un factor común, verdad de apuño que se teje y no detiene, el vertiginoso crecimiento de Federico Andrés Gutiérrez Zuluaga, como contrapeso desde la derecha, para bloquear una victoria contundente del populismo que se vende como opción de cambio e igualdad social. Polarización ideológica que transita Colombia cierra el espacio a las opciones de centro y concentra la discusión en dos nombres y las alianzas, por interés burocrático, conveniencia del momento, o convicción filosófica, que serán las que demarquen el camino a la victoria el 29 de mayo, en primera vuelta, y deberá ser ratificado, en segunda vuelta, el 19 de junio.

Promesa de transformación del país se ha ido desdibujando con la incongruencia política de quien habla de una lucha contra la corrupción y acepta en los cuadros de mando de la campaña a personas con complejos temas en el Sena o Caprecom y sujetos con sindicaciones de enriquecimiento inexplicable. Aval que se brindó desde el Pacto Histórico a la candidatura al senado de quien hoy tiene mucho que explicar en sus vínculos con las FARC atomiza la credibilidad sobre una colectividad que ha recibido el apoyo de un expresidente, disidentes, por no decir traicioneros militantes, de partidos de centro, y desmovilizados guerrilleros quienes lejos están de la moral y el prototipo ciudadano que dice representar el líder de los humanos. Tenso panorama que exalta la urgente necesidad de imponer límites y reglas a una casta que naturalizó la ausencia de ética y normalizó los pésimos comportamientos para hacerse al poder.

Ausencia de sindéresis, capacidad de discusión y discernimiento al interior del Pacto Histórico, fue lo que conllevó a movidas erráticas que tienen en jaque a la candidatura de la izquierda colombiana. Visita a las cárceles para hablar con condenados por corrupción y narcotráfico, propuesta de perdón social, escándalo de Piedad Esneda Córdoba Ruíz que trajo consigo su separación de toda actividad de la campaña, contradicciones constantes del candidato en temas coyunturales del país, exaltación en plaza pública de un proyecto de gobierno de más de cuatro años, bajezas de la política conexas al espionaje o la difamación de los adversarios, entre otros temas, son los síntomas del desespero de quien ve cómo se nubla una victoria que creía segura. Agua a la altura del cuello, que tiene al borde del colapso a la opción de izquierda, fue la que llevó a sacar la estrategia de tapar los escándalos con una “supuesta amenaza” de la que solo conocen los equipos de seguridad de la campaña, pero no la han podido comprobar o demostrar.

Sin el ánimo de minimizar un hecho que de ser cierto sería supremamente grave, el país no puede olvidar que a Gustavo Francisco Petro Urrego le gusta inventar hechos para victimizarse, pildorita para la memoria es traer a colación que en 2010 habló de un posible atentado de las FARC que le fue informado por una Fiscal, en 2018 acusó al Fiscal General de la Nación de ocultar indicios sobre un atentado que se estaría fraguando contra el Sensei de la izquierda y ahora, en 2022, aparece lo que se conoció estaría proyectando una banda de sicarios en el eje cafetero. Táctica de acción que emplea un libreto que coincide en el mes de mayo, en plena época electoral, cuando el cacique de la izquierda se siente y se ve perdido. Estrategia operativa que trata, a como dé lugar, ensuciar la campaña de su principal opositor en contienda. Figura de una mansa oveja es la que oculta un lobo feroz que es el candidato que, desde el artilugio de la palabra, y el fungir de perseguido, capta la atención de capas jóvenes, inexpertas, ilusas e ingenuas que se han comido el cuento entero.

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Delirio de grandeza de un mitómano que a veces se cree Bolívar, en otras ocasiones se asume como Nerón, y en el fondo tiene múltiples personalidades, es el prototipo de un candidato que destila odio, resentimiento y sed de venganza social; compulsivo personaje que se jura ser supremo y al ver que su propósito no surtió efecto desesperadamente hace un pacto perverso en el que utiliza a la justicia para seguir desviando la atención. Bochinche que se orquesta desde Venezuela, con Aida Merlano Rebolledo, no es más que el esfuerzo por propagar falacias y mentiras que solo benefician a quien desde un cálculo político de bolsillo invoca cambios que solo existen en el humo que vende desde su verborrea el ídolo de barro que construyeron desde la izquierda “democrática” colombiana. Complejo es que la memoria de corto plazo de la nación lleva a que la ciudadanía de credibilidad a la palabra de una bandida que tiene antecedentes de penales y es prófuga de la justicia.

Bandera del cambio no puede ser una verdad maquillada al mejor estilo de las ONG’s de izquierda, o el ladino engaño populista de una justicia plagada de intereses políticos y que actúa en favor de la delincuencia. Proceder de las Cortes deja en evidencia que en Colombia se está utilizando el aparato judicial como mecanismo intimidatorio para favorecer a un candidato, solo así se explica los constantes y repentinos fallos a favor de la izquierda en plena época electoral. Mezquinas sentencias que se profieren contra integrantes de la derecha son las que envalentona a una primera línea de terroristas urbanos que amenazan con destruir la nación si no gana su candidato. Igualdad social no existe, ni existirá, en los países que apostaron por el socialismo del siglo XXI, solo basta con mirar al vecino y ver las aproximaciones discursivas de un opresor que sumió a Venezuela en la miseria. Transición de la libertad y la democracia a una dictadura como la cubana, opresión como la nicaragüense, caos y arrepentimiento como el peruano, el chileno o el argentino son claro ejemplo de lo que está en juego este 29 de mayo en Colombia.

Incautos que siguen creyendo en las promesas del mesías de la izquierda no ven y dimensionan que los frutos del socialismo solo existen en la mente de los holgazanes, cambios que proclama Gustavo Francisco Petro Urrego son los mismos que ya acabaron con Venezuela y Argentina, aquellos que calaron en Perú y Chile, pero ahora los tienen temblando. Carrera política del candidato del Pacto Histórico demuestra que mucho habla, pero como Senador no ha liderado leyes en favor del pueblo, ni mucho menos contra la corrupción, como gobernante, en su nefasto paso por la Alcaldía Mayor de Bogotá, ratificó que lo único que medio sabe hacer bien es el control político desde el legislativo, porque de ejecución y gestión poco y nada comprende. Difícil es creer que la transformación del país solo se conseguirá con quien nada sabe de administración pública y su mayor logro ha sido llegar al poder para gestar lo que no logró a través de las armas con sus ideales guerrilleros.

Democracia, libertad y economía de Colombia no puede ser parte del funeral que propuso el senador Gustavo Bolívar Moreno para inducir a la gente para que entierren a un candidato y a un expresidente. Mayor amenaza a una sociedad dividida entre dos ideas de gobierno es dejar que tome carrera que quien piensa o ve las cosas de manera diferente es un enemigo. Modelo de país, idea de mandato, debe tener claro que más de treinta años de un modelo neoliberal no se pueden borrar de un plumazo, la nación es dependiente de la inversión extranjera, esa que está mirando atentamente qué pasa en las urnas para salir espantada como ocurrió en aquellos países que se adelantaron en el modelo y ahora van camino a quebrase económicamente. Antes que peleas o controversias entre políticos el país necesita soluciones, que el pueblo deje la indiferencia y salga a votar masivamente sin dar cabida a un hecho desafortunado que se puede desencadenar por la histórica tolerancia a la promoción de la violencia que se ha tomado la campaña presidencial de 2022.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.