El enamoramiento es una fase de la relación. Digamos que sería el estado ideal, el estado en el que nos gustaría permanecer, pero los expertos coincidimos en que esta fase no dura más de dos años.

Sobre esta duración he podido investigar algunas teorías. Unos dicen que dura dos años porque es el tiempo que tiene una pareja para dar a luz un hijo y empiezan a criarlo, algo que tendría sentido si el enamoramiento fuera en realidad un pretexto para procrear y nada más. Pero resulta que el enamoramiento se da en parejas que ya no desean o que nunca han deseado tener hijos, y aquí también podemos sumar a los que no pueden tener la posibilidad de concebir entre ellos.

Entonces… ¿cómo explicaríamos la duración del enamoramiento?

Como yo lo veo, es una etapa que nos sirve para que aceptemos a esa persona que se acerca a nuestra vida con una serie de defectos y virtudes, pero como estamos enamorados nos vamos a olvidar de los defectos y sólo vamos a verle sus hermosas cualidades. Dicho de otra forma, es así para que nos podamos emparejar sin tanta lora, y de esta forma se acelera el proceso. Si sólo vemos lo bueno, lo sabroso y lo hermoso, todo es más sencillo. Pero lo cierto es que se trata de una trampa química que ni ustedes ni yo podemos burlar, porque es tan humana como el mismo amor.

Esto, al final, se convierte en un acto mágico por el que le perdonamos todo, lo vemos bello aunque no lo sea, lo vemos tierno aunque tampoco lo sea, y le disculpamos que llegue tarde, que huela mal o que le falte un diente. Porque estamos enamoradas o enamorados. Pero todo está pensado para resolverse en el futuro. Para conocerse en el futuro.

El enamoramiento también sirve para que volemos en hormonas. El baile de endorfinas nos atrofia las capacidades de discernir, porque actuamos bajo una droga poderosísima. Estamos fascinados, nos han conquistado y hemos caído rendidos ante los efectos de esta poción. Nuestro cuerpo también cambia. Sentimos descargas eléctricas cuando lo vemos, cuando nos llama, cuando nos besa. Todos nuestros sentidos a coro desean estar más con esa persona de la que nos hemos enamorado, el tiempo se pasa volando, y pareciera que nunca es suficiente. Cuando se va nos invade la angustia por volverlo a ver. (Esta partecita es de las más difíciles).

Si nos fijamos bien, es muy parecido a lo que sienten los adictos por su droga. Lo que pasa es que como es algo extendido para todos los humanos, no consideramos a este proceso del amor como droga, pero la dilatación pupilar, la liberación de dopamina y serotonina, adrenalina y noradrenalina que tenemos en ese momento debería preocuparnos. Estamos literalmente volando químicamente mientras nos enamoramos de él, de ese que creemos que hemos elegido para ser felices.

Incluso este subidón nos lleva a pensar como criaturas de los hermanos Grimm (castillo, hijos, pajaritos), todo en el plano de la fantasía más delirante.

Estudios han concluido que el enamoramiento activa las funciones cerebrales del placer que causan analgésicos como lo morfina.

Reconozcámoslo, el enamoramiento es una chifladura que nos eleva, que nos anula incluso el querer estar con otras personas, nos estimula la atracción sexual y nos invita a tener un contacto que empezamos a desear con nuestro cuerpo.

Y por estas razones, porque el viaje es taaaan brutal y tan alto, porque el desgaste químico podría hacernos derretir si fuera de por vida, que el enamoramiento sólo dura dos años. A partir de ahí ya somos capaces de ver, de oler, de entender que no era perfecto, ni muchísimo menos, pero nuestro cerebro, nuestro cuerpo y todos nuestros sentidos se han ido de rumba por dos años, y nadie nos puede quitar lo bailado.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.