La increíble y triste historia de una Tina desolada

“Tinísima” (Seix Barral, Biblioteca Breve,1992), es el nombre de la novela y es también como le decía su papá a Tina Modotti, esa extraordinaria actriz y fotógrafa italiana que vivió en la primera mitad del siglo XX, un personaje desconocido para muchos de nosotros, pero que recorrió Italia, Estados Unidos, Francia, España, la Unión Soviética, México, en un periplo activista sinigual, por momentos feliz, por momentos doloroso, pero en todo caso, un periplo que hizo de ella una mujer inolvidable.

Elena Poniatowska (París, 1932), francesa de nacimiento, princesa polaca por el lado paterno, y de nacionalidad mexicana por parte de madre, es escritora, activista y feminista, por lo que, en varias de sus obras, nos encontraremos mujeres desafiantes, aguerridas, disruptivas, que jamás pierden su sensualidad, y que, como la de la novela que hoy reseñamos, se comprometieron de lleno con la causa de los trabajadores en todo el mundo. La vida de Elena podría ser, en si misma, una de sus propias novelas.

La pluma de Poniatowska, conocida también como La Princesa Roja, ganadora de innumerables galardones, como el Premio Cervantes 2013 (primera escritora mexicana en obtener el galardón y la cuarta mujer en los 38 años de historia de este premio), el Rómulo Gallegos por “El tren pasa primero”, el Premio Alfaguara de Novela 2001, por “La piel del cielo”, el Premio Mazatlán – este último obtenido dos veces, la última justamente por la novela que traemos hoy en reseña, es garantía de la calidad literaria de la novela. Lo es también porque es una experta cronista y una constructora impresionante de biografías como las de Angelina Beloff, Leonora Carrington y otras muchas.

“Tinísima” iba a ser una película cuyo guion iba a escribir Poniatowska. Finalmente no hubo película, pero Elena decidió escribir esta novela. Podemos encontrar un documental de dos partes basado en “Tinísima” y en el que aparece la escritora misma. No se lo pierdan. La obra está impecablemente documentada, es de una prosa ágil e intensa, que da cuenta de las emociones y luchas interiores de una mujer entrañable, pero también de una lucha entre su alma y su cuerpo que acaba pasándole factura, por supuesto, pero que termina haciendo de ella un ícono de la mujer independiente – jamás se casó pero tuvo parejas para quienes fue inolvidable, de la mujer luchadora, inteligente – no solo por la cantidad de idiomas que hablaba sino por su inteligencia artística y social, de una fotógrafa – jamás dejó de serlo, que fue capaz de abandonarlo todo por la causa comunista.

La novela arranca con el asesinato de Julio Antonio Mella, un estudiante comunista cubano, a manos del régimen de derecha cubano de la época, y tomando este acontecimiento como punto de inflexión en la vida de Modotti, la novela nos narra toda la vida de esta extraordinaria mujer, desde una Tina que nace en la más completa pobreza en Italia – en varias parte del libro se nos enfatiza que ni ella ni sus hermanos podían comer pasta sino polenta… y eso cuando había comida. Ella inicia su vida artística en Estados Unidos a donde llega con su padre a los 13 años, y en donde conoce el mundo del cine – Hollywood y San Francisco en todo su esplendor. Allí alcanza a actuar en varias películas, dada su belleza física y talento artístico – y también conoce, en 1921, a Edward Weston (1866-1958), el gran fotógrafo norteamericano de quien Tina no solo aprendió todas sus técnicas fotográficas sino de quien se enamoró perdidamente al punto de seguirlo a México. Con Weston conoce el ambiente bohemio y da rienda suelta al conocimiento de su cuerpo que la lleva a una liberación sexual y gráfica que apreciamos en el trabajo fotográfico de Weston, de quien es modelo y asistente.

En México, la pareja se relaciona con varios artistas de experimentales y del estridentismo, y con todo el círculo de artistas de la época entre quienes, ciertamente, estaban David Alfaro Siqueiros, Diego Rivera y su esposa Lupe, Manuel Álvarez y posteriormente Frida Kahlo. Por supuesto, a través de dicha intelectualidad, se relaciona íntimamente con el partido comunista mexicano. Tina comienza a brillar con una luz que la hace indispensable para quienes la conocen. Su compromiso con las luchas sociales adquiere en México su mayor conciencia. De México es expulsada y termina en Francia y posteriormente en España, en donde se vincula en cuerpo y alma a la guerra civil española, del lado republicano, evidentemente. Gran parte de a novela lo constituye la rudeza de su estadía en España.

De vuelta a Estados Unidos, y de allí a México, país al que ingresa con otra identidad, vemos una Tina que parece una vela que va apagándose, de a poco, de tanto esfuerzo, de tanto sacrificio, pero que sigue brillando siempre, hasta después de su muerte. El libro explora ampliamente sus relaciones con sus diferentes parejas de vida – Edward Weston, Diego Rivera, Xavier Guerrero, Julio Antonio Mella, Vittorio Vidali o el comandante Carlos Contreras, sorprendiéndonos por su capacidad de amar, no con un amor de entrega y sacrificio, sino con ese amor, amor-aprendizaje, amor-esperanza, amor-sueño, amor-lucha.

La autora ha escrito un libro inconmensurable que no evita alusiones al encanto sensual de la protagonista. Podemos encontrar todas las aristas de Tina: la aprendiz de fotógrafa, la actriz, la amante, la artista fotógrafa, la mujer, la militante comunista. Y logramos identificarnos con su intensidad con una empatía que despierta y conmueve hasta los tuétanos. El libro también es un acercamiento a la historia de esos países en los que estuvo en esa primera cuarentena del siglo XX, pues Tina siempre supo estar en el centro de la acción. Gracias a este libro, no olvidaremos los intríngulis de acontecimientos que, si bien conocimos por cultura general, se ven desvelados en esta obra maravillosa. A Tina, la recordaremos hermosa, vigorosa de mente y espíritu, de emociones, de erotismo, activista siempre, luchadora siempre. Ojalá tod@s fuéramos Tina. El mundo sería mejor.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.