Víctor García de la Concha, en el sentido de que muchos hispanohablantes escriben de forma zarrapastrosa, hay que agregarle que el interés por conocer el idioma y aprender a usarlo bien no es, precisamente, la mejor característica en esos mismos escribidores.

Pese a la buena reputación que tenemos los colombianos dizque como excelentes redactores y hablantes ─afirmación de la que hay que apartarnos un poco, por no ser del todo cierta─, aquellos que ni «cinco de atención» le ponen a la gramática de su lengua natural no parecen dar muestras fehacientes de que así sea. Los deslices gramaticales, ortográficos y de puntuación bullen diariamente por doquier: ejecutivos, periodistas, locutores, funcionarios de todas las categorías, políticos, presentadores, industriales, empresarios y muchos más parecen librar una puja por ganar el concurso de quien peor hable y escriba. Pero son «intocables» y se consideran infalibles; al menos, eso dicen ellos. Cuando se les hacen notar sus frecuentes yerros, se enfurecen; sacan a relucir el selvático ser que llevan pegado a los pliegues de sus almas y se dejan conocer con diatribas impublicables. Les faltan humildad para reconocer sus «pecados idiomáticos» y entereza para corregirlos. 

En este artículo me ocupo de una de las varias reformas que hicieron, el 17 de diciembre de 2010, en Guadalajara, México, los voceros de las 22 Academias de la Lengua Española, reunidos en asamblea general: la escritura de las dignidades en instituciones públicas y privadas.

En los diarios y canales de televisión colombianos aún no se han enterado de tal reforma. Por eso sus redactores siguen escribiendo, por ejemplo, Ministro, Alcalde, Gobernador, Presidente, Secretario… Y también: ministerio, gobernación, alcaldía, secretaría, inspección, presidencia… Los cables están cruzados, lo cual, naturalmente no significa ni insinúa que esos redactores estén chiflados; aunque, en verdad, deberían estar «locos» por conocer su idioma, para que lo escribieran y lo hablaran mejor, con ajuste a corrección y precisión.  

Veamos unos cuantos ejemplos para ilustrar mejor ese enredo ortográfico:

«Se perdió un fusil del ministerio de Defensa».

«El Alcalde dice que se queda».

«Destituyen a Gobernador».

«A la cárcel Secretario de Educación».

«La procuraduría le formula cargos al Alcalde Núñez».

«La fiscalía condenó la violación de niños».

Todos esos titulares de prensa fueron mal escritos. Pero ni el director, ni el editor ni nadie, absolutamente nadie, en los periódicos en los que se publicaron, se dio cuenta de esas descachadas lingüísticas. Claro, es imposible detectar errores cuando no se sabe qué normas rigen el idioma que se usa para escribir. O cuando, como dijo algún día el exministro de Estado, exalcalde de Bucaramanga y exgobernador de Santander Alfonso Gómez Gómez (ya fallecido), «apenas son emborronadores de cuartillas». Él, que fue autoridad en asuntos del idioma español, pues era miembro correspondiente de la Academia Colombiana de la Lengua, sostenía que apenas un mínimo porcentaje de los periodistas colombianos sabe escribir bien. No le faltaba razón, por lo que se lee y escucha a diario en los medios periodísticos.

Pero pasemos a las enmiendas de los errores arriba citados, con la esperanza de que quizás algunos decidan corregirlos. Los tercos o contumaces, ya sé, seguirán escribiendo como les dicta la real gana en vez de hacerlo como recomienda la Real Academia Española. ¡Allá ellos que son los perdedores!

«Se perdió un fusil del Ministerio de Defensa».

«El alcalde dice que se queda».

«Destituyen a gobernador».

«A la cárcel secretario de Educación».

«La Procuraduría le formula cargos al alcalde Núñez».

«La Fiscalía condenó la violación de niños».

Si el amable lector compara los ejemplos, notará que los nombres de los dignatarios van en inicial minúscula, pero los nombres de las instituciones, en inicial mayúscula. Repito, eso cambió el 17 de diciembre de 2010; pero, como se dice en el argot periodístico, muchos periodistas están «chiviados» por no leer ni un tris sobre las novedades de su idioma, el mismo con el que tienen que trajinar diariamente y del que derivan su sustento. ¡Parecen conformes con la chiviada cultural!

PÍLDORAS IDIOMÁTICAS

NO SE DICE: Reconteo de votos. (No existe el verbo recontear, sino recontar). 

SE DICE: Recuento de votos. 

NO SE DICE: Fleteo (del verbo fletear, significa transportar una carga de un lugar a otro. En Cuba, se dice de una prostituta que recorre las calles en busca de clientes). 

SE DICE: Atraco, asalto. 

NO SE DICE: Comicios electorales (es redundancia, puesto que comicios significa elecciones; y electorales hace alusión a elecciones). 

SE DICE: Comicios, elecciones, proceso electoral, votaciones… 

NO SE ESCRIBE: Fotos hot.

SE ESCRIBE: Fotos «calientes», fotos atrevidas.

NO SE ESCRIBE: Arguello.

SE ESCRIBE: Argüello (con diéresis sobre la vocal u).

NO SE ESCRIBE: Conosco.

SE ESCRIBE: Conozco.

¡Escribir y hablar bien, el reto de hoy!

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