Opulencia que acompañó al balompié nacional en los últimos tiempos es solo un recuerdo de la mezquindad con que directivos se aprovecharon de los agentes, internos y externos, del espectáculo; crisis propiciada por la COVID–19 los aterriza en sus verdaderas dimensiones y desnuda la cruel realidad del juego de multitudes. Ilusión futbolera que, de amor y pasión por una camiseta y un color particular, solo denota un escenario de fuerza y violencia que antes de llamar a la calma, desata confusión y odios; polarización irresponsable de directivos, medios de comunicación e hinchas acérrimos, que rompe, fractura y fragmenta, desde la palabra que hiere y aleja irremediablemente, por los caminos del rencor y el resentimiento que no tienen retorno.

Estupendo elemento distractor de la opinión pública que hace delirar a muchos, pero que, con los pies en la tierra, está distante de constituirse en una de las prioridades de la agenda social y de inversión de la nación en medio de la coyuntura. Inteligencia emocional, estrategia psicológica, desplegada por presidentes, de Federación, Dimayor y clubes, para socializar pérdidas y sacar la totuma que profiera ayuda para un evento privado, por ellos muchas veces promulgado, cuando de controles y vigilancia se refiere. Entorno de crisis que busca tapar o disfrazar contingencia, de años atrás, en la que los equipos de fútbol son manejados como la caja menor, o bolsillo de entretenimiento, de sus dueños y directivos.

Industria rodeada de escándalos en el contorno mundial, “FIFA–Gate”, y la biósfera nacional, reventa de boletería para la eliminatoria al Mundial de Rusia 2018, que lleva a preguntar dónde está el control, vigilancia y tatequieto por parte del Estado a una actividad inserta en el mercado colombiano. Al panorama de Luis Herberto Bedoya Giraldo, a espera de sentencia en Estados Unidos en el marco del proceso por corrupción en el fútbol, hay que sumar la incertidumbre que acompaña al sector deportivo con la determinación de la Superintendencia de Industria y Comercio contra 17 personas naturales y tres agentes de mercado sancionados por “conducta anticompetitiva”. Millonarias multas, más de $18.000 millones, que reavivan la división y el conflicto de intereses que ahora aqueja al rentado colombiano. 

Danza de los millones que es incoherente con las afujías actuales de los clubes, secreto a voces que delinea una estructura de 36 socios no preparados, estructural y económicamente, para afrontar las rutinas productivas y el modelo de negocio del ecosistema futbolístico colombiano. Infraestructura comercial constituida, soportada y acompañada por la industria de la comunicación y el periodismo que son ultrajados por los flamantes directivos, sujetos que desde su ego y prepotencia obstruyen la labor profesional de medios independientes, así como alternativos, y sus actores, agremiados o no a la ACORD. Bombardeo de intereses que de una u otra manera se trasladan a los hinchas y a la desconexión que existe con un público que sacó de su agenda de consumo el ir al estadio.

Excitado ambiente que en este instante se acrecienta con un balón sin rodar, en el tapete verde de cada estadio en el país, crisis de ingresos que golpea la inversión financiera de patrocinadores, en la fiesta futbolera, y ya reporta pérdidas superiores a los 80 mil millones de pesos, como lo dieron a conocer voces de la Dimayor en la última asamblea. Cesación de desembolsos que no serán sostenibles hasta finales de agosto, inicio de septiembre, cuando se reanude la Liga y ya hace complejo cumplir las obligaciones laborales y administrativas; tiro libre, indirecto, con barrera a 9-15 y dos hombres en cada palo, que anuncia inminente peligro en el área, impacto sumado en la calidad y nivel del juego a consecuencia de la salida importante de figuras representativas de los equipos.

Medidas desesperadas que traigan dividendos y algo de oxígeno para continuar en competencia piden la gestión de presidentes y gerentes deportivos. Coctel de necesidades de futbolistas, masculinos y femeninos de los campeonatos adscritos a la Dimayor, enfrentan la persecución y acoso laboral en algunas instituciones que apostaron por las reducciones salariales, las licencias no remuneradas o la suspensión unilateral del contrato. Denuncias firmes de Acolfutpro que, en cabeza de Carlos González Puche, lucha por la reivindicación y la dignidad laboral que, desde el diálogo directo y fluido, propenda por superar la inestabilidad con condiciones justas y reales de ingreso profesional para los protagonistas del espectáculo.

Gota que reboza la copa y desmorona un deporte, de grandes seguidores, con serios problemas de mercadeo; discutidas negociaciones de imagen y venta del producto a concesionarios de televisión, nacional e internacional, e implementación de estándares globales de la FIFA, uso del VAR, que develan dudosas negociaciones que atacan el bolsillo de los clubes. Divergencia de criterios y procedimientos que agrieta la relación de los dirigentes en el seno de la Dimayor y menoscaba la imagen de la industria del fútbol en el imaginario colectivo; improvisada tarea administrativa que genera un cortocircuito de las autoridades deportivas con el Gobierno Nacional, la prensa y los medios de comunicación que establece una guerra de poderes y saca a flote intereses económicos personales de los presidentes de los equipos.

Ensombrecido horizonte que emplaza a replantear el quehacer de los dirigentes futboleros que hoy más que nunca necesitan de la unión y recomponer su relación con los comunicadores y el medio de mayor penetración en Colombia, la radio. ‘Mass media’ que transforma el transistor en un estadio, teatro de la imaginación que despierta pasiones y sentimientos, en los seguidores, a través de narradores y comentaristas que por años crearon hinchas, arrastraron miles de fanáticos a los estadios y centraron el interés de patrocinadores que veían el posicionamiento de su marca alrededor de un balón. Génesis de un contrato social que esboza la cultura colombiana en el marco del mejor espectáculo del mundo.

Apremiante situación que convoca a repensar el esquema mercantil del fútbol, consecución de recursos que permita subsistir a los clubes profesionales y de músculo de operación a la dirigencia colombiana que tiene, en el futuro próximo, el reto de atender la sede de la Copa América, aplazada para 2021. Máximo certamen del balompié suramericano que Colombia organizó en 2001 y requirió, en ese entonces, una inversión superior a los 80 millones de dólares para adecuaciones, publicidad y atención de los requerimientos de las delegaciones; testaruda apuesta de la administración Duque Márquez que no se podrá honrar con los problemas sociales que deja la cuarentena al rumbo del País.

Colombia se acopla a un difícil momento de la economía que no permite la exención de impuestos a un evento privado, el erario requiere de recursos para atender las parquedades de la salud, la educación, el desempleo, la reforma pensional, la crisis migratoria colombo-venezolana, la seguridad, la inversión, entre otros temas que requieren la real y urgente mano del Estado. El fútbol como elemento de entretenimiento, del colectivo social, es importante, pero no prioritario; es urgente acordar con el Ministerio del Deporte un plan de trabajo y rescate que, recomponga la estructura interna de la dirigencia, perspectiva que permita revitalizar un liga de historia y reconocimiento en el entorno suramericano al tiempo que se distancia de la odiosa corrupción que hoy la rodea.

Escucha el podcast que complementa esta columna aquí:

La R@dio y su audiencia en los dispositivos de pantalla

El ecosistema mediático transforma los medios de comunicación, sus rutinas productivas y modelo de negocio; la r@dio en el entorno de un mundo globalizado, está experimentando cambios a nivel comunicacional ocasionados por la migración, convergencia e inminente evolución de los medios de difusión de información a una plataforma digital. Modificación de los medios de comunicación en donde la radio se ha posicionado como un medio que informa, orienta y entretiene a los ciudadanos a través de los elementos propios del lenguaje sonoro; la radio es el medio de la imaginación, extensión de la voz humana y de la habilidad del hombre para expresar verbalmente y compartir con los demás la rica historia oral en la que se basan las sociedades contemporáneas.

La r@dio se adapta a las exigencias de las audiencias, sus necesidades y la manera como la información se transfiere de un lugar a otro, por medio de diversos canales que se entremezclan; se propende por generar una nueva etapa de la industria radiofónica. El aprovechamiento de las oportunidades multimediales se ha convertido en el gran desafío de la r@dio y sus gestores debido a la convergencia digital, la cual está alterando la relación entre las tecno­logías existentes, el mercado, los géneros y los públicos; además de modificar la lógica con la que operan los ‘mass media’ y con la que procesan la información y el entretenimiento de los consumidores de los medios.

En coherencia con lo anterior, Andrés Barrios Rubio, que se ha dedicado durante varios años a investigar la radio en el entorno digital y sus audiencias, propone a los lectores el libro “R@dio en la sonoesfera digital: Modelo de negocio y rutinas productivas de la industria sonora”.

El autor, busca responder de manera coherente a los cambios comunicacionales y tecnológicos del mundo globalizado, haciendo énfasis en la apropiación de la tecnología e investigación como motor de la innovación y la generación de nuevas propuestas y paradigmas, en congruencia con las necesidades de las empresas del sector comunicacional que demandan altos niveles de indagación y apropiación crítica y creativa de los lenguajes y de la tecnología. El texto refleja el interés y la profundidad de los temas desarrollados sobre las nuevas tecnologías y su papel en los procesos de globalización y en las transformaciones que impactan a la sociedad, en los usos y consumos culturales de las TIC, en las formas de interacción de las personas mediadas por la tecnología informática, en los consumos culturales y de las transformaciones y su incidencia en los sistemas de producción de la radio.

Invitados todos a leerlo.

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