Descarada participación en política de los funcionarios públicos se constituyó en el florero de Llorente que reventó la intolerancia entre los extremos por el lado más delgado, antes que persecución política lo que hay en el fondo es el desvergonzado proceder de los gobernantes que perdieron los límites y hacen uso de sus cargos para favorecer a una u otra corriente en campaña. Principio general del derecho, dura lex, sed lex, es una verdad de apuño que no tiene color político o ideología que esté exenta de la aplicación de la norma, así ninguno de ellos lo quiera aceptar. Señalamientos, indelicadezas, golpes de astucia, jugadas maestras que han caracterizado esta campaña presidencial de 2022 lleva consigo embarradas estruendosas desde el Pacto Histórico que son superadas con honores desde la extrema derecha, gigantesco error de la Procuraduría, en el momento más inoportuno, será el bastión de la izquierda para victimizarse a pocos días de que los colombianos asistan a las urnas.

Maltrecha imagen de los órganos de control, en el territorio nacional, termina de sembrar dudas con actuaciones sesgadas como las proferidas contra los alcaldes de Medellín e Ibagué, el concejal de Calarcá – Quindío, y el personero del municipio de Nátaga – Huila. Si bien existen las evidencias, que serán parte del material probatorio, para nadie es un secreto que ellos no son los únicos que han tenido participación en política como funcionarios públicos, resonados casos de la presidencia, el Fiscal General de la Nación, el Comandante del Ejército Nacional de Colombia, u otros alcaldes que se han reunido con los candidatos presidenciales en actos no oficiales, son faltas de igual talante y no han merecido el mínimo pronunciamiento del Ministerio Público. Indebidas intervenciones de cada sector denotan un doble racero para tipificar el mal ejemplo que cunde en el país y son la evidencia palpable del grave rompimiento constitucional desde la reverencia que se rinde a las ideologías políticas y no a la ley.

Discusión frente a la competencia de la Procuradora, para suspender y sancionar a funcionarios de elección popular, delinea lo que ha sido la lucha, y será el proceder de la corriente de izquierda, para amoldar la norma a la obcecación de una corriente que no entiende razones y solo quiere hacer lo que le viene en gana. Actuar negligente de los militantes del Pacto Histórico, y sus movimientos conexos, tiene consecuencias catastróficas que ya fueron más que evidentes con las acciones de hecho que cristalizaron las células urbanas que se conocen como la primera línea. Complejo será el entendimiento con quienes se jactan de tener el apoyo de ONGs y organismos multilaterales, como la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que claramente están dominados por la izquierda y apoyan proyectos políticos socialistas que desestabilizan los países como ya se vio en Venezuela, Nicaragua, Argentina y ahora se experimenta en Chile y Perú.

Tormenta jurídica perfecta, que se configura con la suspensión del alcalde de Medellín, desvirtúa el verdadero sentido de las acciones de tutela y pondera las artimañas que se tejen desde la izquierda para incentivar el desacato de las normas. Burlas y desaires, a los que se les hace eco en los escenarios sociales, llama a reflexionar que nadie, sin importar su color político o ideología, puede estar por encima de la ley, irresponsable es exacerbar los ánimos convocando a marchas e incentivar el odio como lo hacen desde las toldas petristas. Lo vivido esta semana es solo una pequeña muestra del caos que se desatará en caso de que la izquierda llegara a perder los comicios del 29 de mayo, aunque se ve difícil, por no decir imposible, con lo que indican las encuestas. Complejo es atajar una propuesta política que enreda, desde el artilugio de la palabra de su caudillo, a las incautas capas jóvenes de la población que no recuerdan lo inepto que es el líder del Pacto Histórico en el ejercicio del poder.

Triunfo de la democracia será que ningún funcionario público tome parte de alguna propuesta presidencial, tan reprochable, malo y sancionable es que hagan campaña por Gustavo Petro como por Federico Gutiérrez, Sergio Fajardo, Rodolfo Hernández, Enrique Gómez, Ingrid Betancourt, John Milton Rodríguez o quien ya renunció a la contienda electoral, Luís Pérez. Crónica de una muerte anunciada será reconocer y aceptar que la precipitación de la Procuradora terminó de cocinar la elección de la izquierda en Colombia, victimización de los integrantes del Pacto Histórico no solo enredó la justa revocatoria del alcalde de Medellín, sino que demostró que en la nación se está en un momento en el que los fallos se fundamentan en argumentos políticos y no en derecho. Expresar una opinión es una cosa, pero invitar a votar por uno u otro candidato ya es intervenir en política, expresión clara de que en este país ser pillo paga, pues se viola la ley y cuando se deben asumir las consecuencias sale a flote el delirio de persecución que exalta los ánimos beligerantes de las células urbanas conocidas como primeras líneas.

Salidas en falso de los extremos de izquierda y derecha no pueden ser ejemplo para que en Colombia se salten las reglas, se crucen los límites y se siga como si no hubiese pasado absolutamente nada. Ausencia de ética es la que normaliza el desafío a la institucionalidad que ha emprendido el Pacto Histórico, burla a la ley porque están totalmente seguros de que nada serio les pasará. Tomar las riendas del presente y el futuro empieza por imponer las sanciones que corresponden a los militantes de la oposición y los funcionarios del Gobierno Nacional que también han actuado mal, castigo a la desfachatez antes que un freno o atropello para los que se atreven a pensar diferente es la muestra de un proceder ajustado a la norma y que en ningún momento es desproporcionado o violatorio del debido proceso consignado en la Constitución Política.

Consumación de la estrategia de la izquierda lejos está de dar apariencia de imparcialidad, proceder cínico mancilla la institucionalidad democrática de los colombianos. Modelo de país que se propone desde el Pacto Histórico no funcionó en Venezuela hace 25 años, tampoco fue exitoso en Brasil y Argentina hace 20 años, no funciona en Nicaragua desde hace 15 años, ni muestra resultados en México hace 4 años; Chile y Perú, que se adelantaron por unos meses, ya sufren lo que está por venir en Colombia. Fracaso del socialismo moderno despierta los temores de un golpe de estado, escasa capacidad intelectual de los militantes de la izquierda conlleva a sustentar su realidad desde la mitomanía del Sensei de los Humanos, como reza aquella frase popular se vive en un tiempo en donde el inteligente se tiene que quedar callado para que el ignorante no se ofenda. Lenguaje de la verdad es una utopía en el marco de oscuros personajes que dicen revestir el cambio, pero tienen serios cuestionamientos en su proceder previo a llegar a la campaña de Gustavo Petro.

Sanciones deben llegar para aquellos que se tomaron las instituciones para sacar avante su propios intereses, o los de unos pocos. Una cosa es destituir un personaje de elección popular y otra muy distinta es sancionar o suspender temporalmente a quien infringe la ley que es muy clara, Colombia no puede seguir patrocinando delincuentes y corruptos que tienen al país al borde de la hecatombe. Delirio de persecución de los opositores y los líderes sociales nubla la coherencia que debería existir para todos los actos, hace unas semanas pedían que se actuara contra el alcalde de Ibagué, y ahora que los órganos de control lo hacen contra el de Ibagué y Medellín, salen con argumentos sustentados en una cuestionable sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Es claro que para la izquierda es malo si hace y malo si no hace, el no tener unos límites conlleva a que una vez elegidos con votos la democracia sea una palabra que no existe porque desaparece la autocrítica y comienza a operar la dictadura, el autoritarismo, el caudillismo y la persecución a opositores o quien piensa diferente al régimen.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.