Un periodista santandereano me preguntó un día si los vocablos dañino y dañoso significan lo mismo. Dado a la pereza para consultar un diccionario, el comunicador entró en objeciones de tipo personal luego de que yo le respondí su pregunta. Le ocurre lo que a muchas otras personas: controvierten sobre asuntos lingüísticos de los que no dan claras muestras de tener conocimiento; no se toman el cuidado (les parece una molestia) de indagar y verificar en la gramática las formas correctas de hablar y escribir.

Valga la ocasión para recordar que, en materia de definición de términos, eliminar otros, incluir unos nuevos y construir giros y expresiones lingüísticos, la única entidad autorizada es la Real Academia Española ─RAE─. Todo lo demás que se aparte de sus orientaciones es, simplemente, fijación de opiniones personales; y ellas, en casi todos los casos, son posiciones extralingüísticas. Un idioma no funciona por las opiniones de sus hablantes y escribientes, sino por la normativa que lo rige.

En cuanto a las dos palabras de las que me ocupo, obsérvese primero lo que de ellas dice el diccionario académico: «dañoso, sa. Adjetivo. Que daña». Del segundo vocablo, anota: «dañino, na. Adjetivo. Dicho comúnmente de algunos animales: Que dañan o hacen perjuicio».

De lo anterior se puede colegir que es dañoso para el idioma emplear el término dañino cuando nos referimos a un mal ocasionado por persona alguna. Como también resulta impropia la aplicación de dañoso cuando es un animal el que infiere algún daño a persona o cosa. Estos ejemplos servirán para aclarar esas dos clases de daño:

CON DAÑOSO

1.- Consumir alimentos que hayan sido preparados muchas horas antes podría ser dañoso para nuestro organismo.

2.- El libertinaje, que tanto les gusta hoy a los jóvenes, resulta dañoso para su formación personal.

3.- Esculapio emitió ayer un comentario dañoso sobre uno de sus compañeros.

CON DAÑINO

1.- Ese es un perro demasiado dañino; todo lo destruye.

2.- Era un buen caballo, pero resultó dañino con las plantaciones.

3.- Cuando fue dejado libre, el muy dañino se abalanzó contra los demás gatos y les dio de arañazos. 

En consecuencia, no es correcto que, por ejemplo, una madre le diga a su hijo: «Eres un niño muy dañino; has destruido tu mejor juguete». ¡Así estará tratando de animal al niño! (Claro que no es raro escucharlo, hay muchas mamás que tratan así a sus «queridos» hijos).

«Eres un niño muy dañador; has destruido tu mejor juguete», será una expresión más acorde con el significado del vocablo dañoso. Se dirá que dañador no parece ser de buen recibo. Eso es porque no se lo usa masivamente; por esa simpleza, pareciera que es un término incorrecto, pero no hay tal. Es inusual su empleo, que es diferente. Pero sí tiene registro en español, es castizo, y aparece en el diccionario.

Además, tampoco es impropio el giro: «Eres un niño muy dañoso…». Lo que ocurre aquí es que ─como en el anterior ejemplo─ mucha gente no está habituada a usar el adjetivo dañoso para referirse a una persona que ocasiona daño. La apreciación generalizada está enfocada a aplicar tal palabra a los alimentos. No es su única aplicación.

Lo que es más frecuente ─pero no por eso lo único válido─ es el empleo del adjetivo dañoso para aludir a algo que ha provocado desazón. Se dice, por ejemplo:

  • «Ese medicamento resultó más dañoso que la enfermedad».
  • «Es dañoso quedarse todas las noches al sereno».
  • «Tanta polución es dañosa para los pulmones». 

Bien, yo pongo punto aquí. No sea que tanta explicación resulte dañosa para los dañadores del idioma.

¡Hablar y escribir bien es el reto de hoy!

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