El 2 de octubre de 2016 será recordado por Mario Mendoza como uno de los peores días de su vida. El escritor venía trabajando de manera ardua sobre el significado real de la democracia en colegios, bibliotecas públicas y clubes de lectura para sensibilizar a sus lectores sobre el tema. Era un convencido de que el Plebiscito marcaba un camino en la voluntad de paz que tanto añoraba él y muchos otros colombianos.

Sin embargo, ganó el No, por un margen muy estrecho. “Sentí que fallábamos de manera muy grave en el conocimiento de la democracia profunda…era el momento de demostrar que éramos afectuosos, que podíamos perdonar, que éramos capaces de construir entre todos, de reconstruir ese tejido social y resulta que perdimos por muy poquito, pero perdimos. Y eso para mí fue demoledor. Fue muy triste, muy desalentador…yo estaba escribiendo Akelarre, una novela que me condujo al abismo y creo que se nota toda mi desilusión, toda mi amargura. Fui cayendo como en un agujero negro y en el 2018 cuando terminé la novela, creo que no medí las consecuencias de esa depresión y eso me condujo a un desastre creativo del que no me recupero aún. Llevo cuatro años en que no publico ficción y todo tiene que ver con la democracia representativa en nuestro país. Es muy grave”.

Su obra literaria es prolífica. Ha escrito y publicado 28 libros entre novelas, cuentos, sagas juveniles y novelas gráficas, todos igualmente exitosos.

Las ferias del libro en el país se convierten en hervideros humanos ante la presencia del escritor, gracias a una propuesta estética diferente y con impacto en millones de lectores de un país que, según el más reciente sondeo de la Cámara Colombiana del libro, lee en promedio 2,7 libros por persona al año.

Mario está hecho de madera fina. Durante la pandemia, su madre murió, la soledad lo afectó y a pesar de todo, escribió su más reciente libro con relatos autobiográficos, Leer es resistir. “…Hay una cantidad de patologías, más unas depresiones y está por estudiarse el panorama de salud mental pospandemia. Y ¿cómo se resiste uno a eso? Leyendo. Leer es una manera de no entrar en redes, de no estar acelerado, de no tener ese frenesí…leer es entrar en otro tiempo. Es frenar, para hacer un alto en el camino, dejar el ego a un lado y entrar en la vida de otra persona y uno se olvida de sí mismo. A mí me parece que eso es muy sano y es una praxis de democracia justamente participativa”.

Sus relatos son tan increíbles que incluso el autor reconoce que “cada vez tengo menos claro el concepto de lo real. Antes de joven, tenía un principio de realidad…ahora vivo en una interdimensión muy rara y es como sí las propias historias me fueran buscando”.

Su amor por la literatura es enorme. Y reconoce que “la diferencia entre unos y otros autores no es el talento, es la disciplina y la concentración. Yo puedo vanagloriarme de algo y es de que he sido muy disciplinado y muy concentrado, pero el precio ha sido muy alto también. He tenido que alejarme. La gente que me ha querido, me ha sentido lejano, distante, no tienen acceso a mí como yo quisiera también a veces”.

Tal vez una de las revelaciones más impactante que hace Mario en su más reciente libro Leer es resistir, es cuando publicó su segunda novela Scorpio City y un columnista de la revista Cromos lo crucificó con un listado de defectos que en su concepto tenía la novela. Han pasado 24 años desde que la fragilidad y vulnerabilidad de Mendoza quedaron al descubierto. No obstante, hoy reconoce “soy vulnerable cuando la crítica es maliciosa, venenosa, falaz, cuando calumnia. Alguien puede decir que Mendoza es un mercachifle al que solo le interesan las ventas…imagínate donde los escritores supiéramos qué se vende, imagínate donde uno supiera las claves de un best seller. Hay unos libros que se venden y otros que no se venden. ¿Por qué? Ni idea… Las opiniones en contra de mi obra son normales, yo no le puedo gustar a todo el mundo. Me parecen legítimas porque es una democracia”.

Mario Mendoza, el escritor bogotano de 58 años que no tiene apegos a nada. Ni siquiera a los libros que más ama. De hecho, ya regaló 2 de sus 3 bibliotecas a una prisión y a diferentes fundaciones. Ahora, que empezó a armar su nueva biblioteca, sabe que no es dueño ni siquiera de los libros que él mismo escribió, porque esos son única y exclusivamente para que otros lo lean. Así como sus letras, Mendoza siempre lo entrega todo, absolutamente todo.

A continuación, vea la entrevista completa:

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.