La bella y estridente época electoral. El primer semestre de 2022 será convulsionado por cuenta del rosario de elecciones que se vienen. Entre consultas, legislativas y presidenciales tendremos casi una decena de votaciones en un semestre. Pero lejos de meternos en política, abordemos un tema todavía más espinoso: la protección de datos personales.

Se volvió algo natural que en época de campaña nos invadan el celular con mensajes de texto para que apoyen algún candidato. De hecho, existen legislaciones que prohíben estas acciones. Pero pues, si para algo estamos en Colombia es para omitir las miles de reglas que están en el papel, pero no se cumplen en la práctica.

La protección de datos personales es un tema legislativo para muchos aburrido, pero que encierra toda una industria de la que viven gigantes como Facebook. Arranquemos diciendo que, ningún servicio en internet es gratuito. Repito: ningún servicio en internet es gratuito. Cuando no le cobran, se están pagando con sus datos personales. Esa es la transacción actual.

Pasa que, como los temas legislativos demandan tiempo y atención, y eso es lo que no tenemos los consumidores de la web, pues todo se reduce a la aceptación de términos y condiciones que ni el más desocupado se lee con atención. Pero en ese momento donde el usuario hace clic en ese botoncito donde acepta, casi toda su información personal y confidencial se convierte en moneda de cambio.

No estoy diciendo nada nuevo. Todos sabemos cómo es el asunto ahora con los datos. Pero todos creemos que no somos tan importantes como para que se tomen el tiempo de analizarnos y hacer algo con los sitios que visitamos o las conversaciones que tenemos. Pero, y esto sí es nuevo, esos pequeños detalles son vetas de oro en tiempos de campaña electoral.

¿Se han preguntando por qué las encuestas políticas han venido fallando estrepitosamente en las últimas elecciones? Tengo una tesis al respecto (como toda tesis controvertible): porque si algo hemos visto es que una cosa es lo que dice la gente en internet y otra muy distinto lo que hace en el mundo 1.0. En el mundo del cemento.

Las casas encuestadoras, del mundo, no de Colombia solamente, hacen la tarea de llamar, consultar, tabular y tener una metodología medianamente buena. Pero son los que responden, los que, por quedar bien, dicen que van a votar por el candidato popular y bien visto, mientras que desde el primer momento tienen claro que van a votar por ese candidato que públicamente es defenestrado por el ‘bienpensantimo’ digital.

Ahora ¿cómo se conecta todo esto con la protección de datos personales? Resulta que si hay algo que realmente muestre qué personalidad tiene alguien, qué decisiones toma, cuál es su posición política es la navegación por internet y, de fondo, toda la información que almacenamos en los celulares: conversaciones, grabaciones, fotos, deseos, compras, mañas. Lo que se le ocurra.

Acá es donde se pone el dulce a mordiscos. Hace algunos años, la información valiosa era nuestro número celular. Eso actualmente, es un casi un commoditie: todo el mundo lo tiene. Los datos que son valiosos para lo políticos son nuestras conversaciones, nuestras preferencias y sobre todo nuestras afinidades. Y ¿quién tiene esta información? Los todopoderosos: Google, Amazon, Facebook, hasta Disney o Netflix. ¿Pueden comercializar estos datos con campañas políticas? En teoría, no. Pero estamos en Colombia es para omitir las miles de reglas que están en el papel, pero no se cumplen en la práctica.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.