Hubo tantas noticias en las primeras de cambio del nuevo gobierno que sería casi imposible enumerarlas sin aburrir al lector, pero lo intentaré. Pronunciamientos que se deben conocer a fondo y sin pasiones de ningún tipo.

En menos de 4 semanas y a toda velocidad en apariciones públicas y privadas, el Presidente Gustavo Petro desde que asumió el cargo, le ha dicho al país que habrá cambios en la forma, el contenido y el enfoque en muchísimos temas.

Empezando por el pago de impuestos, una nueva política antidrogas o la gestión preventiva del invierno que se avecina.

Luego de sobrevolar y decir que veía a la gente al borde de la carretera con el agua al cuello, pero a las vacas en territorios secos, hizo un anuncio a los habitantes de La Mojana en Sucre, sin anestesia: los grandes terratenientes tendrán que pagar por las obras de mitigación de riesgos no con dinero, sino con tierras productivas, sentenció.

Impulsó el pleno restablecimiento de relaciones con Venezuela, anunció que se modificará el uso de la extradición y puso sobre la mesa con los Estados Unidos la necesidad de establecer una relación diferente.

Para restablecer las relaciones con Venezuela encargó de ello a su escudero y nuevo mejor amigo Armando Benedetti, y a Roy Barrera de Presidente del Congreso.

La confusión generada por la mención de estos cambios en la trayectoria institucional del país tiene temblando a militares, policías, políticos, empresarios e incluso a la clase media en general.

Algo similar pasó en Bogotá, con procesos complejísimos como el de las basuras, sólo que, en ese entonces, sin los astros alineados como ahora, su particular forma de cambiar lo que no le gusta, le salió mal.

Ahora intentará por las mismas vías imponer su visión sobre el narcotráfico, la justicia, la política, la seguridad, el medio ambiente, la economía o el desarrollo.

Por eso registrar en detalle y hacerle seguimiento a lo que ha dicho el Presidente se vuelve cada vez más interesante. Se nota que sigue una estrategia bien planeada que tiene tiempo de haber sido concebida.

Lo que dice Gustavo Petro, en cada intervención, incluyendo la reunión con los otros presidentes latinoamericanos en Lima, es un discurso que ha madurado con el tiempo y del que tiene claro su impacto.

En apenas unos días dispuso que su equipo económico redefiniera la noción de riqueza, mediatizó el tema del medio ambiente, y lo puso en el centro del discurso económico del país y también del continente.

Al igual que los otros expresidentes que tanto cuestionó, puso a muchos amigos y nuevos aliados en cargos muy importantes y complicados para el buen devenir de la nación. Algunos de esos nombramientos sin experiencia evidente y sin conocer las dificultades propias de esos puestos en el Estado.

Entre tanto, insiste en implantar una narrativa de resignificación de los símbolos patrios, el conflicto, y las estructuras que brindan seguridad.

Junto al Presidente de Chile explicó cómo se reinició el proceso de paz con el ELN, una organización considerada terrorista por el anterior gobierno o el ofrecimiento de beneficios para un sometimiento a la justicia de las organizaciones que bautizó como multicrimen.

Sin duda, el cambio en el discurso y su visión de país empezó con fuerza y prisa y se sintió de inmediato. Coloquialmente, “no dejó títere con cabeza”.

Seguramente, los resultados obtenidos de estas distintas jugadas serán motivo de una juiciosa evaluación en un tiempo prudencial. Por ahora solo podemos enumerar y describir los anuncios que son novedades.

Con el nuevo Ministro de Defensa, Iván Velázquez, ungido héroe por la prensa que odiaba al expresidente Uribe Vélez, otrora gran emperador y hoy enredado en un largo y farragoso proceso jurídico en su contra y mil polémicas más incluidos los mal llamados falsos positivos, hizo una purga en la cúpula de la Policía y las otras Fuerzas Armadas.

Se llamó a calificar servicios a no menos de 50 altos oficiales sin explicación aparente, aunque, al parecer, con sospechas justificadas por investigaciones de mala conducta, abuso de los derechos humanos y corrupción.

En esta purga también cayeron muy buenos oficiales que no tenían por qué irse, pero como hay un orden jerárquico, uno de menor antigüedad no puede estar por encima.

Igual que lo hizo su archirrival Álvaro Uribe, con quien también se reunió y se dio la mano por primera vez.

Razón tenían los expertos y analistas de guerras cuando aseguran que luego de una larga confrontación, al final, los dos ejércitos de tanto estudiarse y hacerse daño terminan pareciéndose.

En el fondo Petro y Uribe no se diferencian mucho. Las similitudes de su personalidad saltan a la vista.

Su compromiso de campaña asegura, era eliminar la vieja doctrina del enemigo interno que teníamos hasta antes de la firma de la paz con las Farc, por una seguridad humana que privilegie la vida y no las bajas, según insiste.

También piensa desmontar lo que considera clasismo al interior de esas instituciones armadas, divididas en oficiales y suboficiales.

Ha sido el primer Presidente en dejar plantado al alto mando militar para la ceremonia de reconocimiento y cuando por fin se dio la cita, les dijo que no le parece justo que aquel que no tiene el dinero para pagar el curso de oficial no pueda llegar a general.

Espera que al terminar su gobierno no existan divisiones al interior de las fuerzas. Es decir, quiere algo diferente al sistema piramidal por una organización administrativa y operación vertical. Quiere que no haya dos clases sociales distintas, sino un conjunto de iguales.

En cuanto a la Policía, buscó a un General que no tuviera ningún antecedente, ni quejas ni denuncias que lo vincularan a delito alguno. Encontrándose debajo de otros generales más antiguos y con más experiencia.

Al frente de la Dijín y en la subdirección de la cuestionada institución a la que prometen cambiar desde el lugar en el que se encuentra en el organigrama del Estado hasta la forma como actúa contra el multicrimen, nombraron por primera vez a una mujer.

En el Ejército no busco tan abajo, pero ya le reasignó funciones misionales. Los quiere haciendo trabajo de ingeniería, carreteras, puentes, escuelas, y vigilando, más que en combate. Prohibieron los bombardeos a la espera que las estructuras criminales se desintegren voluntariamente.

Para que eso se dé, ha pedido el cese de la violencia, impulsa el desarme general,  y ha recibido como respuesta unas cartas llenas de buenas intenciones de esos grupos, pero sin una disminución real en el continuo asesinato de líderes sociales, indígenas y población civil.

Cómo dicen en el póker, pago por ver.

En las estructuras gubernamentales que brindan seguridad e información clasificada designó a un filósofo y en otra a su ayudante de toda la vida, al sabueso que le ayudó a encontrar los insumos para sus publicitadas denuncias en su paso por el Congreso.

En síntesis, la inteligencia, tan cuestionada en épocas del uribismo con operaciones de espionaje a la oposición de entonces, se la quitó a la Armada Nacional a quienes habían confiado su cuidado, una vez fue eliminado el DAS.

En el tema del cambio climático que tiene que ver básicamente con las nuevas energías puso a una filósofa, sin experiencia alguna en el tema, para elucubrar sus particulares ideas sobre el tema minero energético principal producto de exportación del país.

Presentó una Reforma Tributaria sin saber a ciencia cierta cuál es su propósito. Si reducir la deuda o el abultado déficit, aumentar la inversión en infraestructura y programas sociales o en la compra de predios.  Poco se sabe el para qué de esta impopular iniciativa.

Recientemente, los gremios de la producción le salieron al paso y en un tono conciliador, pero igualmente contundente, explicaron lo inconveniente de meterle la mano a la economía moribunda de un país empobrecido por la pandemia.  Con nuevas cargas tributarias y sin tener plenamente los resultados de la última que le aprobaron al expresidente Duque y que tantos beneficios políticos terminó dándole al pacto histórico.

La mayoría de los especialistas en esto creen que no es necesaria.

Pero a él, ser foco de críticas y controversias lo tienen sin cuidado. Los uribistas y otro montón de malquerientes que tienen por hobby inventarle apodos, historias denigrantes y torcidas o denigrar de su pasado guerrillero del que se siente orgulloso, creen equivocadamente que le afecta en algo que lo sigan menospreciando o lo subestimen. Pues resulta lo contrario, esa es su verdadera gasolina. Entre más lo hacen, más lo envalentonan.

Y esto es solo el comienzo.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.