Gobierno del “cambio” propuesto por el Pacto Histórico va de la mano de Gustavo Francisco Petro Urrego a la senda de la autodestrucción marcada por Venezuela y Argentina, esfera de miseria por cuenta de votantes indignados que eligieron un proyecto socialista e irresponsable frente a la realidad mundial. Abismo, por el que circunda la nación a toda velocidad, encrespa los ánimos del sector productivo al evidenciar la consecuencia de tener como inquilino en la Casa de Nariño a un mitómano incompetente que ha dado vía libre a delincuentes, narcotraficantes, primeras líneas e indígenas para que sin ningún tipo de restricción estén y sigan haciendo lo que se les da la gana. Empeño en hacer mucho daño al colectivo social es la consecuencia de un odio recalcitrante almacenado por tiempo, por parte de quien en años de campaña tenía todas las soluciones para los males del país y hoy en el ejercicio del poder tiene todas las excusas para escudar su negligencia.

En Colombia cada vez se ve más pobreza y la inversión extranjera está replegándose para recoger sus activos y salir corriendo, crisis sin precedentes ante un entorno de incertidumbre en donde la ministra de minas y energía, Irene Vélez Torres, deja serias dudas sobre su idoneidad para estar al frente de la regulación energética, el ministro de defensa, Iván Velásquez Gómez, evidencia que no quiere a las fuerzas militares, el ministro de hacienda y crédito público, José Antonio Ocampo, apuesta por ahogar a los empresarios con impuestos, la ministra de salud, Carolina Corcho, aborrece las EPS, y su presidente justifica a los violentos. Complejo resulta asimilar que el vandalismo de los indígenas, visto este miércoles en todo su esplendor en Bogotá, sea romantizado como una “incomprensión étnica”, con el cuento de una deuda ancestral que es estandarte para fijar una política de inversión del gobierno en donde el grueso del colectivo social debe subsidiar y mantener a los “nadies”.

Peligroso aval que se brinda desde el gobierno a la justicia a propia mano, derecho a delinquir mientras se coarta el actuar de la Policía Nacional, labra el camino hacia un desastre social propiciado por la falta de autoridad y la postura cómoda de quien gobierna, y no se sonroja visitando a los heridos como un gesto publicitario, para luego salir a justificar la violencia de quienes se aprovechan de su origen étnico. Desconocimiento de la historia, memoria de corto plazo de los colombianos, tiene al país sufriendo las consecuencias de tener al frente del poder a su mandatario, oscuro personaje que cuando fue alcalde de Bogotá demostró que es muy bueno para hablar, pero supremamente malo para ejecutar. Zozobra que acompaña al ciudadano demuestra que no hay mucho que esperar, Colombia va en crecimiento de miedo, desesperanza, inseguridad, irrespeto y engaños, realidad indiscutible que la izquierda trata de tapar para evitar que muchos puedan ver el error de una elección que traerá más consecuencias funestas a las vistas en dos meses y medio.

La nación está ad-portas de perder la fe en el “cambio” prometido, los hechos que se viven todos los días muestran que lejano está el vivir sabrosito, dólar por las nubes, violentos tomándose ciudades, precios elevados, sectores económicos golpeados por comentarios irresponsables, y reformas perjudiciales son el coctel perfecto para propiciar una guerrera civil en donde los ciudadanos de a pie tratarán de frenar ese desastroso gobierno que busca culpar a otros para disimular su incompetencia. Para nadie es un secreto que esto iba a pasar con la llegada de los progresistas a la presidencia, la izquierda en Latinoamérica ha sido sinónimo y reflejo de destrucción, desorden y mentiras bajo el dominio de estupendos encantadores de bobos. Colombia va para el mismo lugar en el que están todos los países que eligieron el “cambio” que ofrece el progresismo socialista, instancia en que solo cabe decir que se les dijo, se les advirtió, pero nadie aprendió con el ejemplo ajeno.

Equivocada está la administración Petro Urrego dejando el país a merced de la delincuencia, intento de acabar la matriz energética colombiana y depender de otros países, estrategia de acabar el modelo de salud, jugada maestra con los ahorros pensionales, y demás noticias desafortunadas están llevando al país a una quiebra total sin precedentes. Enquistada obstinación de generar odio y querer acabar con las instituciones que le estorban para posicionar sus fines socialistas solo traerán anarquía, miseria y desolación con este mal gobierno. Pésimo modelo está siguiendo quienes asumen la violencia sobre los argumentos, es claro que todos tienen derechos por defender, pero el primero es respetar la vida y los bienes del otro; si no quieren violencia y que la Policía actúe, deben entonces respetar a las personas y sus cosas.

Ridículo resulta que su presidente quiera hacer creer al país que se atraviesa por un falsa estabilidad. Masacres al alza, dólar por las nubes, nepotismo diario, improvisación, ministerios en manos de inexpertos, gastos y gastos en lujos, inseguridad y falta de autoridad conducen a la nación a una caída libre a la bancarrota; despilfarro desde el que se triplica el gasto público llama a preguntar dónde está la austeridad de la que tanto pregonaban, es inconcebible que ahora, justo en este momento, se busque aumentar el tamaño del estado con un ministerio innecesario, como el de la igualdad. Los gobiernos de izquierda una vez más demuestran que sus dirigentes piden austeridad, pero al pueblo, porque a ellos sí les gusta vivir en el estrato y con las comodidades que tanto critican. El tránsito hacía una recesión económica mundial, con la alta devaluación del peso colombiano, la inflación y las altas tasas de interés piden sensatez macroeconómica del gobierno para generar condiciones de estabilidad que no ahuyente capitales.

El bienestar de todos los colombianos se empantana si la coalición del pacto histórico se continúa engañando y no reconoce que lo que acá ocurre es porque les comienza a pasar factura de contado que los colombianos no aprecian ningún “cambio”, primeros meses de la administración Petro Urrego están plagados de desaciertos, salidas en falso e incoherencias. El descontento ciudadano que exalta tomar acciones distante está de lo que ellos llaman mentiras de la ANDI, calumnias de la oposición, chantaje de algunos partidos y tergiversación de los medios, es claro que la izquierda está muy desesperada y sin argumentos para seguir defendiendo lo indefendible. Triste es que el gobierno al generar incertidumbre en los mercados acelera la recesión, claramente, apelar a “fines nobles” siempre será popular, pero al final del día la clase popular será la afectada.

A Gustavo Francisco Petro Urrego le quedó grande gobernar, por eso en el gabinete se tiran la pelota unos a otros y buscan culpables donde no los hay, la anarquía no da resultado y si su presidente fuera inteligente nombraría un cuerpo ministerial idóneo y lo dejaría actuar. Tensa calma que se vive al interior del colectivo social colombiano no oculta que ya se camina rumbo a una crisis cada vez más fuerte, bolsillo del ciudadano siente que hoy comprar alimentos básicos ya es difícil y el costo de los servicios públicos está volando. Decrecimiento económico que trae consigo este gobierno será el comienzo de una época de hambre y miseria como nunca se ha visto, los delincuentes están haciendo de las suyas y las personas se sienten desprotegidas, la fuerza pública está desmoralizada y los negocios comienzan a cerrar, ambiente de crisis en donde la izquierda da explicaciones sin sentido pensando que la mayoría de las personas no entienden de economía o cómo funcionan las cosas. Criterio moral con el que actúa el Pacto Histórico impide enviar un mensaje de tranquilidad económica a todos los sectores de la nación de manera inmediata, pronunciamiento que evite el pánico y una debacle absoluta y monumental.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.