[…] con beneplácito reclusión de integrantes de la primera línea.

Activismo popular que ejercieron de manera desproporcionada los jóvenes colombianos, en medio de la protesta social llevada a la calle, no solo perdió la objetividad y la capacidad de pensar, sentir y tener una opinión divergente, sino que transgredió los límites de la humanidad. Antes que persecución, o tortura psicológica, privación de la libertad y solicitud de una pena de 8 a 22 años de cárcel, que solicitó la Fiscalía contra los integrantes de la primera línea, es un grito de justicia reprimido en la garganta de quienes perplejos observaron, de manera presencial o a través de los medios de comunicación, cómo los señalados bárbaros atacaban centros comerciales, buses del SITP y protagonizaban confrontaciones contra la fuerza pública en distintos puntos de las ciudades. Peso de la ley comienza a caer sobre esos vándalos terroristas que le hicieron tanto daño al país y a la comunidad.

Conducción de los jóvenes al Buen Pastor y la Cárcel La Modelo es la consecuencia de seguir los lineamientos de unos financiadores e instigadores que azuzaron a la masa poblacional y ahora los dejan solos y sin el acompañamiento de una primera línea jurídica de defensa. Grave es pensar que poco a poco caen las células urbanas, pero quedan en libertad, y sin ningún proceso en curso, quienes, desde la política, u otras instancias, orquestan la destrucción de la nación y su estamento democrático. Alas que brindaron los alcaldes, a vagos viciosos, para incendiar las ciudades, cometer un sinnúmero de delitos, instigar al terrorismo y atentar contra los servidores públicos, fue lo que propagó el pánico generalizado y desdibujó el verdadero sentido de la protesta. Apelación al sentimiento de culpa que quieren exaltar al ver cómo los jóvenes estrenan su cédula en la prisión, no cala ante quienes creen que deben ser judicializados y más luego de escuchar los audios que demuestran la sevicia con que actuaron esos degenerados.

Miserables son quienes emplearon de idiotas útiles a ese grupo de jóvenes de la primera línea, que avalentonados sembraron el terror, y ahora sin el menor sonrojo solo tienen a sus familias para ofrecerles apoyo. Medida, proferida por la juez 69 de Control de Garantías, encaminada a evitar la reincidencia, deja en evidencia el peligro que circunda las manifestaciones que ya se anuncian para los próximos días con “angelitos” que se escudan en el derecho a la libre expresión y desde las células juveniles, con una financiación non-sancta, orquestan un trabajo delincuencial revestido de inconformismo social. Legalización del terrorismo urbano que se pretendió hacer con burocracia y tecnicismos insólitos no consiguió sus propósitos y es lo que tiene con lágrimas en la cara, y pidiendo clemencia, a quienes cuando incendiaban buses y atacaban sin misericordia a los policías, y la población civil, se sentían héroes.

Intereses mediocres que colindan con el actuar de la primera línea, los macabros propósitos de la Minga Indígena, la negligencia sindical, y las oscuras intenciones del pacto histórico se fueron al traste con la ejemplar y coherente decisión, de la juez 69 de Control de Garantías, de enviar a la cárcel a jóvenes que perdidos prendieron empujados y creyeron en los cantos de sirena. “Errores” cometidos, a causa de su desconocimiento y juventud, no exonera a los integrantes de estos grupos púberes de asumir las consecuencias por violar la ley. Llegó el momento de que los bárbaros terroristas vayan a la cárcel, y no a sus casas, a pagar por sus actos; Colombia requiere de un cambio en donde no reine la excepción a la regla, patanería de esos alborotadores que cometen actos incívicos para producir molestias o perjuicios, a otras personas, en la vía pública, debe ser castigada de manera ejemplar.

Llanto de los malandrines de la primera línea es la materialización de la impotencia de un clan de revoltosos que pensó que en todo momento contaría con la ayuda de sus amigos del pacto histórico. Imágenes que se conocieron de la audiencia, antes que conmover, propiciaron alegría entre quienes no olvidan lo briosos que se veían, las capas jóvenes de la población, cuando colocaron cuerdas para degollar a los motociclistas, quemaban CAI con policías adentro, destruían sin piedad bienes públicos y privados, perjudicaron a miles de personas, y dejaron acabadas las ciudades. Manifestación en vía pública, en las diferentes ciudades, que fue maquinada, incitada y animada, incluso con Fake News, por quienes piensan en una Colombia más humana deja en el camino muchas aristas, y más ahora cuando se conoce que, a parte de generar más violencia, la protesta fue usada para anunciar un nuevo producto de ficción con el que se lucrarán de las tragedias de las mansas palomas que estaban en la calle.

Silencio sepulcral de los mamertos deja más dudas que certezas entre quienes apostaron por un cambio impuesto desde las vías de hecho, jóvenes que deberían estar formándose, o trabajando para construir un mejor país, en este momento van camino a la cárcel donde difícilmente se amotinarán e intentarán armar la de ellos. Bravuconería que emplearon, los de la primera línea, para amedrentar a civiles poco y nada les servirá para hacer frente a convictos y lograr la anuencia de ONG’s de Derechos Humanos que asuman su defensa. Hoy lloran como niños quienes fueron machitos para actuar, adultos que salieron a las calles y en la misma medida deben serlo para enfrentar las consecuencias; los jóvenes deben entender que las inferencias de los hechos tarde que temprano llegan y en este caso sus líderes políticos no van a meter un solo dedo para defenderlos, los dejaran solos.

Base moral conlleva a reconocer los grupos sociales por lo que son, actos de la primera línea poco distan del terrorismo auspiciado por grupos al margen de la constitución, por ello con el debido respeto a la ley y la democracia se debe dar a cada uno de ellos lo que corresponde en proporción a lo merecido, no buscar dilatar los fallos con triquiñuelas para evadir la responsabilidad personal. Justo será quien actúa con honor y respeto por el prójimo, indebido es hacer justicia sin moral y valores, o por mano propia. Generadores de tanto descontrol en el país deben pagar por sus actos de vandalismo, llevar ante la justicia a la primera línea es tan necesario como luchar por desmontar el narco-paramilitarismo, poner presos a los responsables de las masacres de los “Líderes Sociales”, campesinos, indígenas y reinsertados de las FARC. La paz empezará en Colombia en el momento en que se rompa con la polarización, se pueda mirar al otro a los ojos, conversar y aceptarlo desde las diferencias.

Dignidad, verdad y reparación para todos los colombianos llegará en el momento en que se pueda recobrar la credibilidad e imparcialidad del aparato jurídico, el pueblo tiene hambre y sed de justicia. Respeto a los derechos humanos, la presunción de inocencia y un juicio justo de cualquier ser debe estar alejado de las discusiones de género y el cómo se identifican los ciudadanos. Todos los habitantes de Colombia en la práctica deben ser iguales ante la ley, las instancias de decisión no pueden seguir presionadas, en los procesos que están en curso, por las fuerzas políticas, la prensa y las amenazas. Buena señal es que, por ahora, no pudieron desmontar el Esmad, ellos deben estar ahí para cuidar a los ciudadanos de los delincuentes y los criminales que usan la protesta como pretexto.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.