Carlos Queiroz llegó para hacerse cargo de una selección que se siente madura y busca siempre ser protagonista. Un grupo de jugadores con una experiencia internacional como nunca antes habíamos visto en la tricolor, sin embargo con un vestuario ambicioso pero de difícil manejo.

El entrenador ya cuenta con 12 partidos en 9 meses al frente del grupo, incluyendo una copa América. No obstante, la afición aún no sabe a qué se juega y la incertidumbre es cada vez mayor. 

Antes que nada, hay que entender a la Selección Colombia como lo que es. No somos potencia mundial, no estamos obligados a ganar copas América, ni mucho menos mundiales. Somos un seleccionado que pasa por un muy buen momento y que en la actualidad se convierte en gran animador dentro de los certámenes en los que compite. Pero tenemos que recordar que hasta hace 8 años vivíamos de gratos recuerdos del pasado.

El gol a Alemania en el mundial del 90, el 0-5 a Argentina o la Copa América del 2001 eran nuestras más recientes celebraciones a nivel de selecciones. Es claro que hay talento, no obstante, no todos los jugadores pasan por un buen momento o tienen la continuidad con la que quisiéramos verlos en sus clubes. Pero para ser una potencia mundial o continental, aún nos queda mucho camino por recorrer. 

Esto, lejos de ser mediocridad, es comprender dónde estamos para poder evaluar objetivamente la situación actual. Incluso, esta realidad debería ser entendida por directivos para poder trabajar en consecuencia y por el periodismo, para reportar y analizar desde lo constructivo objetivamente y no como si fuéramos alemanes y estuviéramos quedándonos por fuera de un mundial.

Ahora bien, esto no significa que no haya obligaciones y expectativas. Perder contra el campeón de África en un partido amistoso no es ningún pecado. Lo reprochable es el cómo. El segundo tiempo jugó un equipo que nunca se había combinado anteriormente y donde las funciones no parecían claras. Este desorden deja un sinsabor y una preocupación en quienes queremos soñar nuevamente con un mundial.

Resta tan solo una fecha FIFA antes de que empiecen las eliminatorias y muy pocos tienen claridad sobre cómo se parará el equipo cuando se disponga de los principales talentos. Con el 4-3-3 que ha mostrado en los últimos amistosos, muchos se preguntan si podrán jugar juntos James y Quintero, quienes en la actualidad son los que más saben con el balón en nuestra selección. ¿Qué pasará con Falcao ahora que Duvan Zapata viene en racha goleadora?, ¿Qué pasará con los laterales, puntualmente con el caso Arias?

Son muchos los interrogantes que rodean al equipo y las eliminatorias no son el espacio para buscar respuestas. Hay que llegar ya con la convicción del plan a seguir, aprovechando que hay con qué. Queiroz no debe ser crucificado por un partido amistoso. Es más, se le debería otorgar el beneficio de la duda de acá a marzo. A los procesos hay que dejarlos trabajar.

Sin embargo, desde el primer minuto de las eliminatoria, ya no habrá espacio para las excusas y será el directo responsable de lo que ahí suceda. Por lo pronto solo nos resta esperar a los partidos de noviembre para seguir tratando de armar en nuestras cabezas el rompecabezas de esta selección. Esperemos que el técnico lo tenga claro y los jugadores sepan qué fichas son y dónde deben encajar.

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