“Yo jamás he portado un arma. Pero bendita sea la que usted portaba amparada por la ley porque le salvó la vida”, escribió Dávila al médico en su habitual columna en la revista Semana, y aunque destacó que jamás aplaudiría la justicia por mano propia y que los sujetos debían estar en una cárcel y no muertos, las autoridades fueron ineficaces a la hora de ponerlos tras las rejas.

Asimismo, calificó como baja e indolente la estrategia que están utilizando algunos personajes de la política nacional de hacer ver al médico como un delincuente y no como lo que realmente es, “una víctima”.

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Dávila fue clara en su columna al señalar que si los hechos hubieran pasado de otra forma, el robo o la muerte del médico serían una cifra más en la lista de crímenes en Bogotá, y los medios de comunicación ya habrían olvidado el caso.

“Quizás esa noche usted se iba a morir. Estoy segura de que a ellos no les habría importado asesinarlo. ¿Cuántos colombianos han muerto mientras les roban un par de tenis o un celular? Estos tres hombres estaban armados: portaban por lo menos un cuchillo y lo amenazaron con una pistola. Ellos estaban dispuestos a todo”, añadió la periodista.

Por su parte, la comunicadora española Salud Hernández, también en su columna para Semana, coincidió con Dávila en que el médico actuó bajo legítima defensa y les preguntó a los que lo juzgan si hubieran preferido su muerte en vez que la de los asaltantes.

“El médico no salió de su casa ese día acariciando la 9 milímetros, buscando ladrones para matar. Si tuvo la desdicha de recurrir a su pistola fue por creer que su vida corría peligro y nadie acudiría a salvarle. Y no es delito utilizar las armas con destreza”, resaltó Hernández en su opinión.