Hasen Eduardo Torres lleva 12 años trabajando en el restaurante Bosque de Cocora. Él se encarga de recibir a los turistas e involucrarlos en la conservación de la palma de cera, el árbol nacional colombiano, declarado en el año 1985.

También guía el recorrido por el sendero, explica la historia del lugar y enseña cómo se siembra esta planta, dice que la ecología es una ciencia que se trata de la relación del ser humano y la naturaleza.

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El sendero por donde recorren los turistas está a orillas del río Quindío en el Valle del Cocora

“En el año 1783 pasa la expedición botánica José Celestino Mutis, y de 1801 a 1806 la expedición botánica de Alexánder Von Humboldt, que es el que recopila esta información entre fauna y flora”, dice Torres.

“En el mundo solo hay 12 variedades de palma de cera y en el país tenemos siete, cuatro se encuentran en el Valle del Cocora“, agrega Hasen.

La palma da un fruto, una pepita de coroso que cuando cae al piso o es sembrada por el hombre o tarda un año y medio en germinar, pero cuando se la come el loro orejiamarillo y luego expulsa la semilla, acelera el proceso entre 6 o 7 meses para germinar.

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La palma lleva la cera en la capa gris que la recubre, “los indígenas la retiraban para hacer trabajos artesanales, cuando empezaron a llegar los colonizadores la utilizaban para impermeabilizar los cascos de los buques, una vez retirada la cera de la palma esta se muere y así sacrificaron muchos árboles”, concluye Torres.

El ritual consiste en hacer un hueco, sembrar la palma, bautizarla y pedirle al universo larga vida y que las generaciones futuras sigan disfrutando de este árbol que durante 20 años estará solo produciendo hojas para luego empezar a echar tallo hasta alcanzar unos 60 metros de altura, vive de 200 a 250 años.

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“Desaparece el asentamiento indígena que le abre paso a la nueva civilización donde la montaña se convierte en potreros. Llega la agricultura y le abre paso a la ganadería, cuando cae la semilla a germinar pasa la vaca pastando y se come la planta más pequeña” menciona Hasen.

“Viendo esto, el restaurante Bosque de Cocora donde Juan B, abre un programa de siembra para conservar la palma”, agrega el guía mientras camina por el sendero.