Los jóvenes que participan en ceremonias y prácticas religiosas se ven cada vez menos. Las iglesias y los templos tradicionales están perdiendo fieles y, pese a que existen congregaciones que intentan atraerlos, el común denominador es que las nuevas generaciones no se identifican con las religiones convencionales. Las diferencias en temas como el feminismo, la homosexualidad, el aborto e incluso las restricciones en la vida sexual han abierto una brecha.

Las cifras lo confirman. En el caso colombiano, el número de personas que se declaran no creyentes va en aumento. Aunque las doctrinas cristianas siguen concentrando la mayoría de fieles, encabezadas por el catolicismo, con el 78,2 %; seguida por evangélicos, pentecostales y protestantes, con el 9 %, y las religiones orientales (islam, budismo, hinduismo, taoísmo, confucionismo y bahaísmo) con un 0,8 %.

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Según la Encuesta de Cultura Política 2021, del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), los que no creen o creen en un ser superior sin pertenecer a ninguna religión pasaron de ser el 4,8 % en 2015 al 9,2 % en 2021.

Los resultados no sorprenden, en la medida en que Latinoamérica en general es una región con tendencia católica por tradición. Sin embargo, el descenso de creyentes, en especial jóvenes, plantea un escenario que puede generar cambios, especialmente en el interior de la Iglesia católica, no solo por ser la que más seguidores ha perdido, sino dada la poca vocación sacerdotal en la actualidad, algo clave para su continuidad.

Según la Arquidiócesis de Bogotá, en la capital cuentan con 490 sacerdotes entre diocesanos, de comunidades religiosas (como agustinianos, carmelitas y dominicos), adscritos y obispos para atender 300 parroquias. En relación con el promedio de edad, el 10 % está por debajo de los 35 años, el 50 % tiene entre los 36 y 55 años, y el 40 % está entre los 56 y 75 años.

Cabe mencionar que de los 76 años en adelante los líderes de la Iglesia reciben el título de sacerdotes eméritos, es decir, se jubilan y no tienen responsabilidades fijas, aunque siguen colaborando en las comunidades religiosas. Con este panorama, es probable decir que en los próximos años no habrá suficientes sacerdotes para todas las iglesias.

Distanciamiento

Este aspecto lleva a cuestionar: ¿por qué los jóvenes se están alejando de las prácticas religiosas? Desde la sección Bogotá de El Espectador realizamos un sondeo a 45 jóvenes de diferentes regiones. Su respuesta global es que no se sienten identificados con las posturas cerradas en materia de feminismo y participación de las mujeres, homosexualidad, aborto, facultades morales e incluso restricciones en ámbitos como el goce de la vida sexual.

El Espectador
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Ante este escenario, el sacerdote Andrés Pérez, encargado del proyecto Puente Jota -apuesta de la Arquidiócesis para evangelizar a los jóvenes-, menciona que “hay principios morales que no son negociables. Para acercarnos a ellos no le diríamos sí al aborto, por ejemplo. Se trata de ser coherentes con los principios de fe en los que creemos en medio de una Iglesia dialogante, que conversa y expone sus puntos de vista. En una sociedad plural como en la que estamos, cada quien es libre de aceptar, cuestionar e incluso rechazar propuestas de fe”.

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A lo que agrega que hay realidades en las cuales se le ha asignado una posición a la Iglesia, aunque -según él- no la hay: “En materia de la comunidad LGBTI, por mencionar un caso, el papa Francisco lo ha dicho: ‘Todos somos hijos de Dios’ y la Iglesia no rechaza a las personas homosexuales. Sin embargo, es cierto que en la Iglesia aún hay controversia sobre ese punto”, asevera el sacerdote, quien aclara que “no se rechaza la homosexualidad en sí, sino las relaciones entre personas del mismo sexo, lo que va en contra de la naturaleza humana”.

Planteamiento que indispone no solo a los integrantes de la comunidad, sino a los jóvenes en general, que tienden a ser más abiertos. Por ello, que a inicios de esta semana se rechazara en redes sociales el pronunciamiento de un sacerdote en la parroquia Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, en la localidad de Fontibón, tras dar un sermón homofóbico en medio de la misa, por la posesión del representante a la Cámara por Putumayo Andrés Cancimance, debido a que fue en tacones al Senado.

De acuerdo con Diego León, activista de Bogotá Atea, corporación para el avance de la razón y el laicismo, son justamente estas cosmovisiones las que llevan a los jóvenes a alejarse de los templos: “Esta idea de las verdades reveladas termina siendo radical en muchos de los casos y va en contra de los derechos de las personas. Por ello puede surgir una idea de subversión y rebeldía, priorizando las libertades individuales en entornos restrictivos”, comenta, dando un valor adicional al acceso a la información que tienen las generaciones actuales: “Esto facilita que accedan a otras fuentes de conocimiento, que puedan contrastar y ver que no solo existen posiciones religiosas institucionalizadas, patriarcales y de líderes que no conocen a los jóvenes y sus necesidades”.

Nuevas corrientes religiosas

Si bien la tendencia apunta a que esta población no se siente plenamente identificada con las religiones convencionales, esto no quiere decir que los jóvenes hayan perdido su espiritualidad. Como lo ratifica la organización estadounidense Springtide Research Institute en el estudio “El estado de la religión y los jóvenes navegando en la incertidumbre”, en el que señala que el 78 % (de 10.274 encuestados en Estados Unidos) se identificaron como espirituales, a pesar de no estar vinculados a una religión en particular.

A su vez, en las respuestas recopiladas por este medio se encontró que la mayoría de los jóvenes buscan darle sentido a su vida, creyendo en un ser o designio superior sin ligarse a dogmas. En esa misma línea han surgido nuevas corrientes religiosas, que son más amigables con la modernidad y los temas que se ubican en la agenda de debate en el mundo.

Un caso que vale la pena mencionar es la Iglesia Antigua de las Américas (IADLA), que se define como “una iglesia inclusiva, de tradición cristiana, ecuménica e interreligiosa, en donde se da la bienvenida a todas las personas, respetando la dignidad humana”.

A pesar de ser de la corriente del cristianismo, su postura es particular al declararse a favor de la eutanasia, la interrupción voluntaria del embarazo (IVE), la muerte médica asistida y la no discriminación a la homosexualidad y los tránsitos de género. Aspectos que, de acuerdo con la obispa Rita Fidelia Gómez, cambian la forma de ver la relación directa con Dios.

“Nuestra iglesia surgió en Argentina hace seis años y el 90 % de los feligreses son personas de la diversidad sexogenérica. Creemos indudablemente que la espiritualidad es un derecho humano y ninguna institución o persona puede invalidarlo. Una de las disrupciones de nuestra iglesia es que tenemos mujeres y personas homosexuales en cargos eclesiásticos. Todos podemos ser religiosos y compartir nuestra visión de fe”, expresa, mencionando además que en Colombia se tiene por primera vez un vicarie episcopal de género no binario, Carlos-Alejandra Beltrán Acero, quien dirige en la IADLA el ministerio de Religión, Sexo y Política en Cali (Valle del Cauca).

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“Cualquier sacerdote católico-romano, que me vea en este momento como fraile ordenade de la Iglesia Antigua de las Américas se puede rasgar las vestiduras. Soy una persona con identidad femenina, con expresión de género no binario, soy ministra de la iglesia, muevo comunidades y oficio en la liturgia eucarística”, precisa Isabella Cortés, quien es guía espiritual en este movimiento religioso y cree que en el ejercicio del ministerio no son relevantes las características de los líderes, porque “para Dios no es importante la construcción del género”.

A la conclusión a la que llegan estas dos representantes de la IADLA es que su iglesia les permite a los creyentes compartir una espiritualidad sin doctrinas, humanizada y con la idea de un Dios que muta, se transforma y se configura en la necesidad de sus hijos e hijes. Propuesta que puede acercar a los jóvenes que buscan, al parecer, religiones más abiertas a los cambios sociales, la multiplicidad de visiones, la diversidad y la adaptación a las necesidades actuales sin imposiciones restrictivas. Porque tal como lo dice la Biblia en 1 Corintios 10:29: “¿Por qué se ha de juzgar mi libertad por la conciencia de otro?”.