Lo que dice Romero de su hijo y de la relación que este llevaba con su familia provoca varias reflexiones que buscan dar explicación al cruel hecho que tiene asombrado al país.

Por ejemplo, recordó en una entrevista con Caracol Radio que la relación de Alexánder con sus hermanos tenía altas y bajas: “Por ratos peleaban, por ratos jugaban”, pero notó que con las dos niñas más pequeñas “él era algo más brusco. Como que no tenía mucho cariño hacia ellas”.

Reveló que en varias ocasiones el niño se había ido de la casa llevándose la plata que estaba destinada para pagarles a los trabajadores de Romero. “Yo nunca lo castigué a él. Simplemente le daba consejos. Iba y lo buscaba: ‘Mijito, yo quiero que estudie, quiero que usted de aquí a mañana sea un hombre de bien. No quiero que de aquí a mañana yo tenga que ir a recogerlo a usted por allá en una carretera en un camino, que a usted lo mataron por atracador, por ladrón, o esto y lo otro…”.

Pese a que la Policía dijo que le habían encontrado 80 gramos de base de coca en el momento de su captura, Romero dijo que hoy nunca lo vio fumando un cigarrillo. “Nada de eso”.

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“Él desde muy niño siempre ha sido una persona que poco habla. Él es callado, y él conmigo fue muy respetuoso. Él no fue contestón, no fue grosero. Yo le decía las cosas y él me decía: ‘Sí, señor’, ‘Bueno, señor’”, añade al padre de los menores envueltos en el macabro hecho.

“Todos estos últimos días que él estuvo ahí con nosotros, él a veces me decía: ‘Papá, yo quiero salir’. Él tenía sus novias, y necesitaba dinero, y me decía que lo dejara salir a trabajar una semana para darles los detalles a ellas. Entonces yo le decía: ‘Pues sí, mijo, pues vaya’. Inclusive esa semana el sábado había una fiesta, y él fue con una muchacha con la que él está saliendo”, siguió en su relato Romero.

Pero otros aspectos de ese perfil inicial que dibujo Romero de su hijo contrastan y llaman la atención: “Todas las personas se han admirado porque después que lo encontraron estaba “muy tranquilo, como si no tuviera culpa de nada”, y agregó: “Ayer nos vio y le dio fue risa”.

“Muchos dicen que para ser la primera vez que él hace eso, pues muy tranquilo, mucha tranquilidad”, admite Romero, y recordó que hubo momentos en que amenazó de muerte a toda la familia.

Preguntado por si Alexánder cometió el crimen para hacerles daños a él y a su esposa, respondió: “Pues según lo que dicen, supuestamente sí, porque nosotros lo castigábamos”.

“Pero lo castigamos normal”, se apresura a aclarar. “Como cuando un padre con un hijo cuando comete un error. Siempre que yo lo castigaba a él, eran cinco o seis correazos, y antes de eso yo le decía a él el motivo por la cual lo castigaba”, aunque aclaró que hace mucho tiempo no lo volvió a castigar porque creció y simplemente le decía las cosas.

“¿Tendría celos de Karen Sofía?”, le preguntaron en la emisora. “De pronto —respondió Romero—, porque ella era una niña muy querendona, siempre me abrazaba, me daba besos, me decía ‘Mi papito’, estaba pendiente de cuando yo llegaba del trabajo, pasarme el agüita, quitarme las medias. Él [Alexánder] no se prestaba para eso”.