El 6 de marzo, pero del 2020, el ministerio de Salud salió a medios de comunicación a entregar el primer balance que muchos temían. El COVID-19, el virus chino que sonaba lejano, había llegado a Colombia. Ese día se detectó el primer contagio.

La primera contagiada tenía 19 años y había llegado al país desde la ciudad de Milán, Italia. Tenía los síntomas del virus –fiebre, pérdida de olfato y gusto, dolores de cabeza– cuando acudió al sistema de salud.

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Después de tomar las muestras, el Instituto Nacional de Salud confirmó que la paciente era el caso número 1. Para entonces ya eran 96 los países que habían detectado el virus.

Colombia se convirtió en el sexto país en América Latina en detectar el virus. Para entonces ya estaba rondando en Ecuador, Brasil, Chile, Perú y México.

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“El país se prepara desde hace más de ocho semanas para enfrentar la llegada del nuevo coronavirus COVID-19”, había detallado la cartera.

Durante las semanas anteriores el exministro Fernando Ruiz había adelantado reuniones con los secretarios de Salud municipales, las EPS y las IPS para establecer cuál sería el plan de contingencia para tratar de contrarrestar el virus.

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“Todos los territorios deben a partir de este momento activar su plan de contingencia para enfrentar este reto en salud mundial”, ordenó Ruiz Gómez.

Después de ese anuncio llegó lo que muchos recuerdan: uso obligatorio de tapabocas, confinamiento, pico y cédula, teletrabajo y educación virtual, desbordamiento de camas UCI y de servicios funerarios.

La pandemia se prolongó hasta mediados de 2021. El saldo oficial indica que 6,36 millones de personas resultaron positivas para COVID-19 en el país. El virus también dejó 142.000 muertos.