La Fiscalía fue la encargada de revelar que la carne equina era distribuida en varios colegios de Bucaramanga y otras ciudades de Santander a través del Programa de Alimentación Escolar (PAE), por lo que dio captura a Fernando Trujillo Gómez, alias ‘el Padrino’, quien usaba químicos para alterar la contextura del producto y darle color rojizo para hacerla pasar como carne de res.

Tras conocerse este hecho, varios estudiantes de colegios de Bucaramanga le dijeron a Blu Radio que muchas veces, tras consumir alimentos en los comedores escolares, sentían dolor de estómago, náuseas y vómito; sin embargo, no hicieron la respectiva denuncia.

“Yo si me daba cuenta que cuando entraba a almorzar me sabía la carne a feo. No me sabía como la de la casa o la que preparan en el restaurante. La carne sabía agria, no sabía igual y era muy dura”, indicó uno de los menores de edad en la emisora.

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Otro niño le contó al medio que, al percatarse de que siempre le daba algún malestar al consumir los alimentos en su colegio, prefirió decirle a su mamá para que pasara el reporte a la institución, motivo por el cual su acudiente decidió enviar una nota para que no les siguieran dando comida. “Después de almorzar a mí me dolía mucho la barriga”, enfatizó el menor.

Un líder estudiantil, quien prefirió reservar su nombre por seguridad, le dijo a la emisora que al introducir este tipo de carne lo único que estaban haciendo era jugar con la salud de él y todos sus compañeros. “Sé que muchos niños nos sentíamos mal en el colegio pero no informábamos”., agregó.

¿Cómo metían la carne de caballo y burro a los colegios?

Las autoridades indicaron que, luego de varias investigaciones, pudieron determinar que Trujillo Gómez y otras personas compraban los animales enfermos y muertos para luego trasladarlos desde la Costa Atlántica hacia la capital de Santander, ciudad donde los sacrificaban para posteriormente venderlos.

La Fiscalía destacó además que el sujeto alcanzó a vender entre 2.000 y 2.500 kilogramos de carne de ese tipo a los operadores del Plan de Alimentación Escolar en Santander, producto por el que estas personas tuvieron que pagar más de 500 millones de pesos.