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Escrito por:  Fredy Moreno
Editor jefe     Oct 1, 2024 - 6:39 am

El presidente Gustavo Petro y el expresidente Álvaro Uribe no tienen nada en común, salvo el hecho de que en distintos momentos han gobernado a Colombia. Andan por las orillas opuestas del impetuoso río de la política, pero hay unos pocos tramos en los que el mismo caudal los sumerge en remolinos muy parecidos, como los dilemas que surgen relacionados con la necesidad de que sus proyectos políticos se mantengan en el tiempo, una ambición legítima de todos los que acceden al poder y quieren conservarlo ellos mismos o por interpuesta persona.

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Fue hace 15 años, en el Hotel Radisson de Bogotá, en un foro organizado por la revista The Economist, en donde el empresario venezolano Gustavo Cisneros le hizo la pregunta a Álvaro Uribe sobre la posibilidad de una segunda reelección. El entonces presidente le dio una de esas respuestas que quedaron para la posteridad, porque parecía no decir nada, pero decía mucho: “Tengo una encrucijada en el alma”. Ahora, una encrucijada similar parece planteársele al presidente Petro con la fuerte disputa que hay entre dos de sus más queridos alfiles, Gustavo Bolívar y María José Pizarro, y que, de mantenerse, podría afectar seriamente la continuidad del progresismo en el poder.

Gustavo Petro deberá elegir entre Gustavo Bolívar y María José Pizarro

No es claro en dónde se originaron las desavenencias entre Gustavo Bolívar y Pizarro —que, según las encuestas, son los más serios candidatos presidenciales de la izquierda para relevar a Petro en las elecciones del 2026—, pero en lo que no cabe la menor duda es que en algún momento el mandatario tendrá que decidir a quién le da su beneplácito. Cualquiera que sea la decisión que tome, impactará directamente su intención de consolidar todas las fuerzas de izquierda en un solo partido para llegar unidos a las próximas elecciones, una idea que, de entrada, ya recibió la negativa de varios partidos y movimientos que hacen parte del Pacto Histórico, la coalición que lo llevó a la presidencia.

Bolívar, un escritor de libretos y narconovelas que recaló en la política, es tan cercano al presidente Petro que no solo fue senador por el Pacto Histórico, sino candidato a la Alcaldía de Bogotá a instancias del jefe de Estado. Aunque sufrió una estruendosa derrota, fue reencauchado por el mandatario en su Gobierno en la dirección del Departamento de Prosperidad Social (DPS). La senadora María José Pizarro, por su parte, es hija de Carlos Pizarro León-Gómez, icónico líder del M-19, movimiento al que perteneció Petro, y cuya figura admira tanto el jefe de Estado que la exaltó elevando su sombrero a la categoría de patrimonio cultural de la Nación. El comandante y después candidato presidencial asesinado despierta la nostalgia del presidente Petro, que nunca tuvo mando en esa guerrilla.

La estrecha cercanía entre Petro y la senadora Pizarro quedó plasmada el día de la posesión del mandatario, cuando ella fue la encargada de ceñirle la banda presidencial. Seguramente, desde entonces, Pizarro ha pensado en la posibilidad de que ella también se puede terciar la cinta tricolor que simboliza la primera magistratura de la Nación. “Yo estoy dispuesta y me estoy preparando para sumir cualquier reto que me sea demandado por nuestra gente y por este proyecto político”, respondió hace poco a la pregunta de Caracol Radio sobre si se ve como candidata presidencial.

La idea también le debe sonar al presidente Petro, que está en México para la posesión, este martes primero de octubre, de la presidenta electa de ese país, Claudia Sheinbaum. El mandatario colombiano, que ya no está agitando con tanta intensidad la idea de su reelección —una iniciativa de improbable éxito que tiene la tera de impulsar la senadora Isabel Cristina Zuleta— debe mirar con alivio para sus intereses en Colombia, quizás a través de Pizarro, cómo una mujer, Sheinbaum, continuará el proyecto político del también izquierdista Andrés Manuel López Obrador. El presidente Petro ve tan cercana a sus ideales a Sheinbaum que aseguró, al arribar a México, que ella fue militante del M-19 (!).

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No es gratuito que la senadora Pizarro exalte asimismo el caso de Sheinbaum, en quien, no cabe duda, se ve reflejada. En la misma entrevista con la frecuencia radial, aseguró que “lo que tienen que hacer todos los cuadros políticos del progresismo es prepararse para la continuidad de este proyecto político […] porque evidentemente la reelección no hace parte del bloque de constitucionalidad de nuestro país. Pero podemos hacer como lo han hecho otros países. Esta semana viviremos el ascenso de […] la primera mujer presidenta de la historia de México, un proyecto político de continuidad que logró el respaldo popular. […] Eso es lo que tenemos que hacer nosotros en este momento […]”.

Pero frente a esa ensoñación de Petro y María José Pizarro, que ven en el caso de México cómo una mujer puede continuar el proyecto político de la izquierda, aparece la figura de Gustavo Bolívar reclamando la posibilidad de continuar él con el progresismo petrista en Colombia, y para eso empieza abriendo fuego contra a Pizarro: “Con ella, ninguna relación; ni en el futuro habrá ni nunca. […] Yo no soy hipócrita: […] si ella llegara a ser la candidata de la izquierda, yo no votaría por ella. […] Yo no trabajo con personas que no son buenos seres humanos”, dijo en entrevista con Patricia Lara, de la revista Cambio, este fin de semana.

Así supuró una herida que tiene Bolívar y que le habría causado Pizarro hace ya varios años. Hay quienes consideran que Bolívar está así porque piensa que Pizarro impulsó al actor Bruno Díaz a contar la historia de una plata que el libretista le debía su hijo, un caso que terminó fatalmente con el suicidio del muchacho. Eso le representó un altísimo costo político al exsenador.

Semejante situación no solo representa una profunda grieta en la izquierda con miras a las elecciones presidenciales de 2026. Es claramente una encrucijada para el presidente Petro pues en algún momento deberá manifestar su preferencia entre Bolívar y Pizarro. No es una encrucijada igual a la que manifestó en su momento el expresidente Uribe, pero es un dilema político, al fin y al cabo, que Petro, como buen animal político que es, resolverá de manera conveniente.

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