Después de ser reconocido en varios municipios de la Sabana occidental como uno de los mejores estilistas y de cortarles el pelo a alcaldes, secretarias, profesores y personalidades de “la clase alta”, García dejó caer su modelo de vida por culpa del consumo de drogas, publicó El Tiempo. 

En una historia relatada por la Escuela de Periodismo de Uninpahu, y que fue recogida por el diario capitalino, se puede ver cómo el consumo de drogas puede destruir la vida de cualquiera, y ese fue el caso de García.

El estilista, empezó a fumar marihuana cuando estaba en el colegio, en décimo grado. Cuenta el medio que durante el éxito de su salón de belleza se drogaba cada dos semanas; después, agregó perico y cocaína y la frecuencia aumentó: el consumo ya era semanal hasta que el consumo se convirtió en un ritual diario en Madrid, Cundinamarca.

 

“Vendió el secador, las máquinas y la silla de champú para tener dinero y gastarlo en vicio”, anota el relato.

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Ahora, cuenta que lleva 20 años “muriéndose” en las calles y que ha tenido que quemar su ropa para hacer hogueras, además ha prendido fibra de vidrio y ha inhalado basura con químicos para poder fumar algo.

La historia publicada por el diario bogotano cuenta que, después de la comodidad producto de ser uno de los mejores estilistas de la región, Wilson García pasó a dormir en charcos y a “pasar noches desnudo en el pavimento”, aguantando frío en muchas ocasiones.

Si bien ya no duerme en las calles, pues ahora —en señal de agradecimiento— lo dejan vivir en un camping con colchonetas y almohadas en un lote de la empresa Corona, pues él les cortó el pelo a muchos trabajadores de la empresa cuando eran niños, está muy lejos de su antiguo reconocimiento.

Ahora se mueve por las calles de Madrid vendiendo eucalipto para tener con qué comer.