Luis Carlos Bermúdez Bustamante nació en el año 1990, es becario posdoctoral de la Universidad de Macquarie de Australia.

Él nació en Bogotá, allí vivió hasta los 8 años. Luego, por motivos laborales, se mudó con su familia para Armenia en donde vivieron 4 años. A los 12, se trasladaron para Neiva y a sus 16 regresaron al Quindío. Se graduó en 2007 de bachillerato de la institución educativa Casd.

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En la Universidad del Quindío estudió Física, pregrado que culminó en el 2012. “De manera inconsciente siempre me ha gustado mucho la astronomía. De niño me gustaba ver las estrellas, ver atardeceres. La decisión consciente de estudiar física vino en el último año de colegio. Un docente me recomendó que, si quería estudiar astronomía, empezara con física porque en ese entonces, en Colombia no existía ese pregrado”.

Fue una serie de televisión la que de manera contundente determinó su futuro durante su adolescencia. Cosmos, presentada por Carl Sagan, un divulgador científico y astrónomo estadounidense popular de la época. “Ver esa serie fue muy impactante para mí, enfocó mi futuro profesional”.

En el 2013 obtuvo una beca gracias a la cual cursó la maestría en Astrofísica en el Instituto de Astronomía de la Universidad Autónoma de México, Uam. 2 años más tarde, obtuvo el reconocimiento de tesis meritoria, razón que lo hizo merecedor a publicar un libro en la editorial Colección Posgrado.

Tras culminar su maestría, inició estudios de doctorado en la misma área, que terminó en el 2020. Para el futuro, se propone continuar en procesos de investigación relacionados con la evolución de estrellas binarias.

Háblenos sobre su profesión, ¿qué es lo que más le apasiona?

Creo que me apasiona el hecho de que casi que podemos hacer magia porque la luz que nos llega de las estrellas, de los planetas y ciertos objetos nos brindan mucha información. A través de la luz podemos determinar de qué están hechas las estrellas, la edad que tienen, a qué distancia están, su velocidad y si hay vida en otros planetas fuera del sistema solar. Eso lo hacemos sin necesidad de ir a esos lugares, por eso, es mágico.

Su trabajo de investigación de posgrado se enfocó en nebulosas, ¿en qué consistió?

Podemos determinar cuál va a ser el proceso evolutivo de las estrellas con base en la masa que tienen. Por ejemplo, con relativa seguridad, podemos determinar cómo va a terminar el Sol dentro de muchos millones de años. Básicamente se va a acabar el combustible y al final va a expulsar las capas superficiales, como si fuese una cebolla.

El proceso será relativamente estable y el núcleo que queda estará muy caliente, este va a emitir radiación ultravioleta y va a calentar las capas expulsadas, el resultado será una nebulosa planetaria.

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Mi trabajo consistió en hacer una descripción de estas nebulosas. En el cielo lo que vemos siempre son imágenes bidimensionales, obviamente son tridimensionales, pero desde nuestro punto de vista aquí en la Tierra solamente podemos ver imágenes bidimensionales. Al analizar la luz de estos objetos, traté de determinar cómo se verían en la tercera dimensión que falta. Traté de describir su geometría tridimensional.

Ya en el doctorado lo que hice fue simulaciones de estrellas binarias, por computadora. Estas tienen la particularidad que están tan cercanas unas a otras que se transfieren material entre ellas y ese proceso puede ser violento, rápido y da lugar a fenómenos importantes.

La noticia del momento tiene que ver con las imágenes que captó el telescopio espacial James Webb. En término generales, ¿cómo funciona?

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Este solo funciona en el espacio porque nuestra atmósfera es opaca al tipo de luz infrarroja que observa el telescopio. Este es un telescopio de última generación y tecnología. En su construcción colaboraron diversos países y universidades que hicieron instrumentos para captar, analizar la luz y enviar datos.

La colaboración duró casi 20 años, la idea original se dio en 1997, pero la tecnología necesaria para lograr los objetivos aún no estaba disponible. Nada más fabricar los espejos que tiene el telescopio, fue una hazaña tecnológica increíble.

Este telescopio nos permitirá observar cosas que antes no podíamos, por ejemplo: cómo evolucionan las galaxias, cómo se formaron al inicio del universo; qué tipo de planetas hay en otras estrellas; qué es la materia oscura, entre otros temas.