“Ni un Lamborghini, ni un bolso Chanel, ni unos zapatos Hermès ni una billetera Louis Vuitton son la persona que los usa”, asegura Calvás en su columna de El Tiempo.

Agrega que todo eso “es un embuste”, y sostiene que quien compra esas marcas “para sentirse más que los demás” cae exactamente en el mismo error de quien que usa un gel antibacterial para matar gérmenes: “Ni el gel le salva a uno la vida, ni las marcas de lujo lavan el dinero conseguido luego de clavarles una puñalada por la espalda a la Dirección de Impuestos Nacionales y, de paso, a todo el país”.

“Sin duda, el padre de la infortunadamente famosa Jenny Ambuila […] usaba corbata en sus reuniones. Seguro utilizaba el uniforme de la persona honesta, porque (según piensan algunos) alguien que usa traje es mejor persona que alguien que anda en tenis y camiseta. Nada más errado”, sigue Calvás, después de plantear unos interrogantes que también siembran una reflexión respecto de la “manera como hemos llenado nuestra vida de cosas, productos y hasta personas que poco sirven”:

Jenny Ambuila

Artículo relacionado

Millonaria deuda por la que a Jenny Ambuila no la dejaron entrar a su lujosa casa

“¿Acaso no hay algo más inútil que ir por la vida poniéndole al perro de la casa un saquito porque hace frío? ¿O poniéndole zapatos porque va a salir a la calle? ¿No es un absurdo que a finales de la segunda década del siglo veintiuno, muchos sigan considerando que el uso o no uso de traje y corbata permite definir la estatura moral y social de una persona, cuando en realidad la corbata no es más que un accesorio trivial e inútil?”.

Ya el jueves pasado el procurador Fernando Carrillo había dicho algo parecido a la idea de Calvás de que “Colombia está llena de Ambuilas”. Para descalificar esta ya clásica ostentación propia de la cultura narco-traqueta, Carrillo advirtió que Colombia está de nuevo “en pleno síndrome de Lamborghini”, pues estamos, de alguna manera, “resucitando escenarios de esa faceta lamentable cultural que dejó la narco-cultura del país y que están presentes en la realidad nacional”.

“Las excentricidades, los excesos de la corrupción, la forma como, pese a todas las acciones las autoridades, nos quedamos cortos en las estrategias de la prevención”, dijo Carrillo.

Jenny Ambuila comprando su Lamborghini

Artículo relacionado

A la Ambuila del Lamborghini le ofrecieron pollo, pero exigió comida de Wok o Crepes

Al día siguiente, otro columnista de El Tiempo, Adolfo Zableh Durán, abordó el tema con conceptos similares a los de Calvás, pero quizá con sentido aún más crítico.

Para Zableh Durán, Jenny Ambuila “cayó por extravagante” y es la que paga los platos rotos ahora, “la Lee Harvey Oswald de nuestra corrupción”. También sostiene que “le hemos dado como a moto que no prende por boleta, pero también por ser mujer, negra y pobre, porque, por mucho que gastara, a nuestros ojos sigue siendo un ostentoso pobre”.

Cita a un tuitero según el cual, “cuando alguien sin abolengo es corrupto no se vuelve rico, sino un pobre con plata, mientras que alguien con apellidos que se corrompe sigue siendo de bien y, además, se queda con sus bienes”, y después dice que piensa en varios expresidentes “que han salido de sus cargos cuestionados y hasta envueltos en escándalos, pero a la larga libres de cualquier castigo de la justicia”.

Familia Ambuila

Artículo relacionado

Papá de Jenny Ambuila intentó que ella ocultara rastro que lo involucra con red corrupta

En todo caso, Zableh Durán dice que “lo que ofende de Ambuila, más allá de que haya robado, es su vulgaridad, que usara la plata para darse la vida que de otra manera no hubiera podido, y que se convirtiera en un letrero ambulante”.

“No puede ser que el fin de quedarse con dineros ajenos sea tener maletas Louis Vuitton marcadas con sus iniciales. Corruptos o no, el mundo está lleno de corronchos marqueros que creen que mientras más cosas finas tengan, más distinguidos van a ser, y ahí caben no solo los famosos y millonarios, sino hasta funcionarios y abogados”, escribe.

Jenny Ambuila comprando su Lamborghini

Artículo relacionado

Así vivían los Ambuila en Buenaventura, mientras su hija presumía su Lamborghini

Pero también hay otro análisis que redirige los focos que por estos días solo visibilizan a Jenny Ambuila. La República, en su editorial, plantea una enseñanza que deja esta trama, en dos capítulos. El primero es que “está más extendida la preocupación por el uso de las redes para mostrar ante los seguidores las extravagancias y el consumo conspicuo, que el rechazo frontal a los corruptos”.

Y el segundo es que “más cubrimiento y rechazo ha tenido la persona protagonista en sí misma [Jenny Ambuila], con sus compras suntuosas, que el historial de un funcionario [su padre, Ómar Ambuila ] como pieza de una red de corrupción descubierta por la nueva administración de la Dian”, sostiene el diario económico. “Mucho se puede temer que si la joven Ambuila no hubiese publicado sus extravagancias, tal como le había advertido su delincuente padre, las cosas hubiesen pasado desapercibidas”.

Con la atención puesta sobre el señalado responsable del verdadero delito, La República reclama: “Hay que avanzar en una cruzada nacional para rechazar a todos los funcionarios corruptos que han hecho de las arcas nacionales su fortín. Es el momento de escarmentar con quienes se descubre robando los escasos dineros públicos, pues los colombianos no pueden seguir pagando impuestos para que unos muy pocos inescrupulosos se los roben para aparentar en la vida real y virtual”.