La economía del narcotráfico entre México y Colombia se mueve por medio de territorios, propiedades e inmuebles, debido a que los espacios arquitectónicos y geográficos son la clave para que exista una correlación entre el lavado y el manejo de los bienes, e inclusive en la apariencia de legalidad de estos y en todo el comportamiento ilegal y delictivo de los narcotraficantes.

Así, por ejemplo en el Meta, y en general en Colombia, habitualmente los bienes inmuebles están cerca a ríos o situadas en lugares estratégicos desde donde puedan controlar un territorio.

Así lo afirmó Juan Pablo Aschner, decano de la Facultad de Creación de la Universidad del Rosario, al señalar que en ambos países los narcotraficantes tienen una estructura económica muy táctica, ya que emplean sus bienes inmobiliarios de tal manera que les facilite la producción y distribución de diferentes sustancias ilícitas, tales como bodegas, barcos, túneles, helicópteros, entre otros.

Aschner, junto con Juan Carlos Montero, Sioli Rodríguez, Ómar Campos y Luis Rodríguez, trabajaron en la investigación ‘Arquitecturas, espacios y territorios del tráfico ilícito de drogas en Colombia y México’.  

En el caso del Meta, la Orinoquía, según el estudio, se descubrió que la ilegalidad del narcotráfico se mueve por el agua y tiene gran éxito porque la movilidad de quienes trafican la droga no coincide o confluye necesariamente con la movilidad de las economías legales.

Además, los laboratorios de procesamiento están metódicamente cerca a los cultivos y cuerpos de agua.

“Cuando un narcotraficante compra, construye o modifica un inmueble, no lo está haciendo de manera arbitraria o ingenua, sino que, todo lo contrario, está pensando muy bien cómo va a poder controlar desde allí ciertas áreas del territorio, como va a hacer uso del inmueble en relación con su papel dentro del negocio o cómo va eventualmente a escapar de ese bien”, señaló el decano.

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Los narcos y la arquitectura

El narcotraficante de los ochenta empleaba una arquitectura ostentosa como forma de demostrar cierto poder. Sus inmuebles eran opulentos y tenían una serie de características que demostraban la ilegalidad del negocio.

El narcotraficante de hoy se ocupa más por comprar toda una cadena logística que le permita estar cerca de los cultivos, de las salidas de exportación, de redes de apoyo y ocultamiento y de los canales de huida, dado el caso en que lo necesite. Las fachadas son muy sencillas y aparentan legalidad, dijo Juan Pablo Aschner.

 “El hecho de que la economía ilegal sea atomizada en diferentes fragmentos, la hace además poderosamente eficaz. Si se compara este modelo con una economía legal, esta depende mucho de sus unidades y cuando una de ellas deja de funcionar, de alguna manera genera problemas en toda la cadena. No obstante, si esto sucede en las economías ilegales, la unidad que falla se sustituye rápidamente por otra”, explicó.

El decano de la Facultad de Creación de la Universidad del Rosario en la investigación concilió el tema del espacio, la arquitectura y la geografía con el fenómeno social y económico del narcotráfico, ya que generalmente se ven esos dos aspectos por separado. Considera que desde las técnicas de la arquitectura se pueden analizar temas sociales.

Territorios de cultivos ilícitos en Colombia

El estudio ‘Arquitecturas, espacios y territorios del tráfico ilícito de drogas en Colombia y México’ determinó que los departamentos con más hectáreas de cultivo de coca en el país son Meta, Guaviare, Vichada, Antioquia, Nariño, Putumayo y territorios que estratégicamente cuentan con fronteras hacia el Pacífico y Venezuela para salir a exportar a Estados Unidos y Europa.

La investigación también determinó siete tipos de laboratorios ilegales:

  • Laboratorios de hoja de coca en pasta.
  • De hoja de coca en hidrocloratos.
  • De pasta de coca en hidrocloratos.
  • Laboratorios urbanos de cocaína.
  • Cristalizadores subterráneos.
  • Laboratorios urbanos de heroína.
  • Laboratorios rurales de heroína.