68 personas murieron en el momento de la explosión, pero la cifra casi se duplicó por la gravedad de las heridas que tenían los sobrevivientes. Sin embargo, hasta ahora han sido identificados los restos de solo 16 víctimas, informó La Razón, de México.

El diario agrega que la más reciente víctima falleció en un centro médico de la Ciudad de México y que de los 27 heridos que aún son atendidos, hay 10 en estado grave pues presentan quemaduras en más del 80% de su cuerpo por lo que se teme que haya más defunciones, pero de sobrevivir requerirán de una prolongada terapia de rehabilitación.

La tarde del 18 de enero, un ducto cercano a la comunidad de Tlahuelilpan fue perforado por criminales, lo que atrajo a unos 700 pobladores, incluidas familias enteras, que llenaban baldes y bidones de combustible cuando ocurrió la explosión.

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El accidente ocurrió en momentos en que el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador impulsa una estrategia nacional para acabar con el robo de combustible, que provocó desabastecimiento en algunos puntos del país.

La noche del lunes, otro ducto fue perforado a unos 50 kilómetros de Tlahuelilpan y derivó en una explosión, sin que hasta ahora se informe de víctimas.

El “huachicol” -como se conoce en México al combustible robado- cuesta en promedio la mitad del precio de las gasolinas en el mercado. Se estima que este delito deja pérdidas anuales por unos 3.000 millones de dólares.