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Este artículo fue curado por pulzo   Oct 14, 2025 - 6:46 pm
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Pase lo que pase en la segunda vuelta del 19 de octubre, Bolivia experimentará un giro en su política económica. Tras dos décadas de hegemonía del MAS y un modelo basado en el gasto público y los subsidios, la economía enfrenta déficit, reservas en mínimos e inflación al alza. ¿Qué proponen Jorge ‘Tuto’ Quiroga y Rodrigo Paz para estabilizar el país? ¿En qué coinciden y en qué se distancian? Lo analizamos. 

Las filas para conseguir combustible, el dólar paralelo duplicando la cotización oficial y los precios de los alimentos  en alza desde 2023 son la postal de una Bolivia que llega a la segunda vuelta presidencial con la economía al límite y las finanzas públicas en cuidados intensivos.

Tras dos décadas de hegemonía del MAS y un modelo sustentado en el gasto público y los subsidios, el país enfrenta su mayor desafío económico: estabilizar las finanzas sin romper el tejido social.

El próximo 19 de octubre, Rodrigo Paz y Jorge Quiroga se medirán en las urnas para recibir un país con una contracción del PIB de 0,5%.

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Junto con Haití, Bolivia es una de las dos economías de la región sin crecimiento previsto para 2025 y sin proyección positiva hasta 2027, según el Banco Mundial.

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Rodrigo Paz, de 58 años, fue el candidato más votado el 17 de agosto, al obtener el 32,02% de los sufragios.

Su triunfo representó una sorpresa electoral que no anticiparon las encuestas.

Representante del Partido Demócrata Cristiano, promueve un programa de gobierno denominado Agenda 50/50, articulado en tres ejes principales: la descentralización del Estado mediante la reducción de los presupuestos nacionales y el fortalecimiento de los territoriales; “Capitalismo para todos” o “Platita para todos”, un plan de créditos blandos y alivios tributarios para estimular la economía formal; y, finalmente, una reforma judicial acompañada de medidas contra la corrupción.

“Desde un comienzo, (Rodrigo) Paz ha intentado mostrarse como una tercera vía, no distante del centro político del país, alguien que dialoga más con lo social y capitaliza el descontento y la frustración de quien en los últimos 20 años ha votado por el MAS”, señala el estratega político Amauri Chamorro.

Por su parte, Jorge ‘Tuto’ Quiroga propone un programa económico liberal centrado en reducir el tamaño del Estado, atraer inversión extranjera y estabilizar las finanzas públicas.

Quiroga propone un ajuste fiscal con menos ministerios, acudir a un préstamos del Fondo Monetario Internacional por 12.000 millones de dólares para enfrentar la escasez de divisas y una reforma cambiaria con tipo de cambio único.

Promete bajar impuestos, tomar distancia de Mercosur para firmar acuerdos bilaterales, entregar títulos de propiedad sobre el litio a los ciudadanos, y eliminación gradual del subsidio al diésel. 

La gran diferencia de su apuesta económica radica en la gradualidad con la que buscan enfrentar la crisis: “La propuesta de Quiroga parece más drástica y la de Paz más gradualista, en parte porque el primero confía en poder movilizar recursos frescos en donaciones y créditos y, el segundo, en renegociar compromisos y contratos”, explica el economista y doctor en planificación urbana de Berkeley, Roberto Laserna.

“Las propuestas económicas se parecen mucho. Ambos coinciden en los ajustes que hay que hacer en cuanto ahorro: cortar los gastos; bajar el déficit fiscal y liberar el cambio de divisas del Banco Central”, resalta el investigador y exministro de Desarrollo Sostenible y Planificación de Bolivia entre 2004 y 2005, Gustavo Pedraza. 

Inflación, escasez y déficit: radiografía de la crisis que marca la segunda vuelta

El inédito balotaje, el primero desde que se permitió en la Constitución en 2009, marca el punto final para dos décadas de políticas que mostraron indicadores económicos favorables hasta 2019. 

Desde 2006, las cifras macroeconómicas, principalmente la reducción de la pobreza, respaldaron al Movimiento al Socialismo, otrora movimiento liderado por el expresidente Evo Morales: la pobreza extrema pasó del 38% en 2005 al 12,9%; las reservas internacionales netas alcanzaron aumentos históricos; la inflación se registró entre el 3% y el 5% y el desempleo disminuyó por debajo del 5%. 

Este modelo económico se sostenía en ingresos extraordinarios provenientes de la extracción de gas. Con la caída de las reservas y la ausencia de nuevas exploraciones desde 2019, el gasto público se mantuvo, generando un déficit fiscal crónico.

La producción de hidrocarburos —principalmente gas— se redujo en más del 50%, según datos oficiales. La situación llevó a una reducción en los volúmenes de exportación y a un impacto económico negativo para el país, incluyendo el incumplimiento de contratos y la necesidad de importar combustibles para cubrir la demanda interna. 

A la economía se sumó otro punto de quiebre: tras las elecciones del 20 de octubre de 2019, las denuncias de fraude y el informe de la OEA que señalaba irregularidades detonaron protestas masivas, motines policiales y la renuncia de Evo Morales el 10 de noviembre.

Este colapso institucional alimentó la incertidumbre, provocó fuga de capitales y paralizó la inversión pública.

Desde 2023, la economía boliviana pasó de una desaceleración a una fase crítica, marcada por desequilibrios que golpean el bolsillo de más de 11 millones de ciudadanos.

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A partir de 2024, el Banco Central registra un desbalance comercial reflejado en menores exportaciones, mayores importaciones de combustibles y reservas en mínimos históricos, factores que han provocado una escasez estructural de dólares.

“El problema de Bolivia es el excesivo gasto fiscal. La nueva Administración, sea cual sea, deberá frenar ese gasto fiscal y dejar de pedirle prestado al Banco Central”, expresa Antonio Saravia, economista y Director del Centro BB&T para la Investigación sobre el Capitalismo en Mercer University. 

Los dólares, el ‘lamento boliviano’

En las calles de La Paz, el dólar en el mercado paralelo puede llegar a costar el doble del tipo de cambio oficial a menos de una semana de las elecciones.

Desde 2023, Bolivia enfrenta una marcada escasez de divisas que ha impactado la llegada de capital extranjero, el uso de productos bancarios fuera del país, el envío de remesas y la adquisición de bienes y servicios importados de consumo básico, entre otras afectaciones a sectores dependientes de las importaciones.

Quiroga y Paz han viajado a Washington con propósitos distintos, pero con un mismo mensaje: “Ambos han reconocido, con esos viajes, que sin créditos para mitigar la crisis a corto plazo será muy difícil avanzar con las reformas. La gente necesita combustibles ya, no mañana”, comparte Antonio Saravia.

Las soluciones a esta crisis marcan un punto de divergencia entre las dos opciones del balotaje: Jorge ‘Tuto’ Quiroga presenta una medida choque a lo que él denomina “el drama principal” de la economía a través de negociaciones de créditos con el Fondo Monetario Internacional, el FLAR y el Banco Mundial con la expectativa de obtener 12.000 millones de dólares.

“Rodrigo Paz es más cauto, asegura que no hay necesidad de endeudarse más. Aunque acepta que se recurriría a préstamos mediados por Estados Unidos para comprar a corto plazo diesel y gasolina, pero no ha dado detalles de a qué organismos se acercará”, precisa el investigador y exministro de desarrollo, Gustavo Pedraza. 

La distancia que Paz ha tomado del FMI responde, según el economista Antonio Saravia —quien califica la medida como “populista”— y el estratega Amauri Chamorro, a una estrategia para atraer a votantes indecisos.

Muchos de ellos están decepcionados del MAS y optaron por el voto nulo en las elecciones del pasado 17 de agosto, una opción promovida por el expresidente Evo Morales que quedó en tercer lugar con casi el 20 % de los sufragios.

Ese porcentaje equivale, aproximadamente, al número de habitantes de El Alto, la segunda ciudad más poblada del país.

Subsidios en combustión

La subvención sobre los hidrocarburos representa al año más de 2.000 millones de dólares en las finanzas públicas de Bolivia.

Según estimaciones del economista Antonio Saravia, reducir el déficit empieza por recortar este subsidio: “Quien no remueva este subsidio a los hidrocarburos, no tiene ningún chance de reducir el déficit fiscal y por lo tanto sanear la macroeconomía”.

Quiroga propone eliminar el subsidio a los hidrocarburos, pero mantener la subvención al transporte público, una eliminación parcialmente más amplia que la que contempla Paz.

La campaña de Rodrigo Paz ha sido ambigua: afirma que recortará el subsidio en más del 60 %, limitándolo al transporte y a cadenas logísticas esenciales, mientras que su compañero de fórmula, Edman Lara, niega que ese recorte vaya a ocurrir.

 “En términos económicos, me temo que ambas propuestas quedarán cortas, es decir, no serán suficientes para estabilizar la economía y resolver la crisis, lo que puede generar problemas de gobernabilidad”, aclara Roberto Laserna, economista, escritor y doctor en Berkeley en planificación regional y urbana

Otro punto de convergencia entre los dos candidatos está en la apertura de mercado que prometen realizar a la importación de combustibles para generar competencia y “nivelar” los precios.

Asimismo, combatir el contrabando de combustibles que fomenta la escasez de este combustible hacia países limítrofes.

“El litio no es una bala de plata para la crisis”

El litio se ha convertido en un recurso estratégico para Bolivia, no solo por su potencial económico, sino por su papel en la transición energética global.

El país forma parte del llamado triángulo del litio’, junto a Argentina y Chile, una región que concentra más del 50 % de las reservas mundiales de este mineral clave para las baterías eléctricas. 

En Bolivia, el salar de Uyuni, en la región de Potosí, alberga una de las mayores reservas de litio del planeta, lo que posiciona al país como un actor potencialmente decisivo en el mercado global de tecnologías limpias.

Los candidatos han hecho propuestas divergentes en torno al ‘oro blanco’.

‘Tuto’ Quiroga propone dar títulos de propiedad individual a cada boliviano y crear una alianza estratégica con Chile y Argentina.

En contraste, Paz ha optado por fortalecer el papel de la estatal  la estatal Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB) y fomentar la explotación de otros minerales como el oro, que según sus cálculos, es “10 veces más potente que el litio”.

“El litio no es una bala de plata para la crisis de Bolivia porque existe una ardua competencia con Chile y Argentina. Además de la irrupción del sodio como una alternativa para las baterías. Puede que no sea la esperanza que los bolivianos esperan”, apunta el economista Saravia. 

A días del balotaje, la economía boliviana se encuentra en una encrucijada marcada por el agotamiento del modelo basado en hidrocarburos, el peso creciente de los subsidios y una década de déficit fiscal.

Más allá de las promesas de campaña, el próximo gobierno enfrentará el desafío de redefinir el rumbo económico en un contexto de presión externa, demandas sociales crecientes y recursos estratégicos como el litio que aún no logran traducirse en un bienestar generalizado para una población que ya votó por un cambio radical de modelo.

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