“Ya van 107 personas que han perdido la vida y todavía nos restan 40 heridos en los hospitales”, confirmó el gobernador de Hidalgo, Omar Fayad, en una entrevista con la emisora Imagen Radio.

La noche del 18 de enero, explotó un ducto de Petróleos Mexicanos (Pemex) en el municipio de Tlahuelilpan, donde unos 800 pobladores se encontraban recogiendo combustible en una toma clandestina que salía a borbotones.

La tubería había sido perforada por ladrones de combustible, lo que dio origen a una fuente de hasta siete metros de altitud que atrajo a entre 600 y 800 pobladores con recipientes para llenar.

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Los militares presentes en el lugar intentaron disuadirles de la recolecta, por el peligro que representaba, pero no les hicieron caso.

En el robo de combustibles participan desde grupos criminales que perforan ductos de la estatal Petróleos Mexicanos (Pemex) y que cuentan con camiones cisterna y centros de almacenamiento, hasta algunos pobladores que venden la gasolina en bidones en carreteras comunales.

Poderosos cárteles de narcotraficantes también se han involucrado en esta industria ilícita, que en 2017 le costó al Estado mexicano unos 3.000 millones de dólares.

El ‘huachicol’ -como se conoce en México al combustible robado- cuesta en promedio la mitad del precio de las gasolinas en el mercado y Pemex investiga si estaciones de servicio son abastecidas por grupos criminales.