RFI (Radio France Internationale) - radio francesa de actualidad, difundida a escala mundial en francés y en 15 idiomas más*, mediante 156 repetidores de FM en ondas medias y cortas en una treintena de satélites a destino de los cinco continentes, en Internet y en aplicaciones conectadas, que cuenta con más de 2.000 radios asociadas que emiten sus progra...
Ante la desaceleración del mercado eléctrico, los grandes fabricantes están revisando su estrategia. Tanto en Estados Unidos como en Europa, el motor térmico vuelve a ocupar un lugar destacado. Entre el pragmatismo económico y la rivalidad con China, la industria automovilística está reajustando sus prioridades.
La industria automovilística está viviendo un giro inesperado. Tanto en Estados Unidos como en Japón y Europa, los grandes grupos están revisando su estrategia. Tras haber invertido masivamente en el coche eléctrico, ahora vuelven a dar prioridad al motor térmico. Según Lel diario francés Les Échos, el último ejemplo es Renault, que está considerando volver a incorporar motores térmicos o híbridos en algunos de sus modelos que actualmente son 100 % eléctricos. Se trata de una idea que aún se está estudiando, pero que ilustra bien este cambio de rumbo.
La dinámica es aún más visible al otro lado del Atlántico. El director general de Ford ha decidido relanzar la producción de camionetas pickup de gasolina, lo que califica como “una oportunidad de miles de millones de dólares”. Por su parte, General Motors invierte 900 millones de dólares en un nuevo motor térmico.
El mercado estadounidense frenado por la política de Donald Trump




¿Por qué este retorno a la gasolina? Porque en Estados Unidos, el mercado eléctrico se está ralentizando considerablemente. Las ventas se han estancado. Según la consultora Alix Partners, solo siete de cada 100 coches vendidos este año son eléctricos, menos de uno de cada diez. Y las previsiones son decepcionantes. Para 2030, los vehículos eléctricos sólo representarían alrededor del 18 % de las ventas estadounidenses. Una situación estrechamente relacionada con la política de Donald Trump.
El presidente estadounidense ha eliminado las ayudas públicas que apoyaban el mercado de los vehículos eléctricos. Sin subvenciones, los fabricantes tienen que vender a precios más altos, los compradores dudan y las ventas se estancan. Un círculo vicioso, una auténtica serpiente que se muerde la cola. El resultado: si los coches eléctricos ya no hacen girar las cadenas de producción, son los modelos de gasolina —y sus primos híbridos— los que vuelven a tomar la delantera.
Europa se demora, China acelera
En Europa, la situación es más matizada. El Viejo Continente sigue a la vanguardia en materia de vehículos eléctricos: dos de cada diez coches vendidos este año son eléctricos. Pero la dinámica también se está ralentizando. Bruselas, que fijó en 2035 la prohibición de vender coches con motor de combustión, debate ahora una posible flexibilización de este plazo. Si se aprueba esta medida, las ventas de vehículos de gasolina e híbridos podrían volver a repuntar. Otra observación: los coches eléctricos vendidos en Europa rara vez son europeos. Son estadounidenses, a menudo chinos, y se fabrican en China, un país que produce a gran escala y a bajo costo, al tiempo que controla los materiales críticos necesarios para la producción de baterías.
Por ahora, el motor térmico sigue siendo muy popular, pero a un alto costo medioambiental. Retrasar la transición automovilística también supone retrasar la transición energética en su conjunto. Los fabricantes occidentales no renuncian a la electricidad, pero se muestran cautelosos. Por pragmatismo, prolongan la vida útil del motor de gasolina, una “unión de conveniencia” ante un mercado incierto. Sin embargo, a largo plazo, la electricidad sigue siendo la solución más prometedora. Queda por ver quién ganará la carrera del futuro del automóvil: los grupos que apuestan por la innovación o los que se sienten más seguros con los motores térmicos.
* Pulzo.com se escribe con Z
LO ÚLTIMO