Han pasado algunas semanas desde que el presidente Trump dio permiso de que los templos, las iglesias y los retiros espirituales abrieran sus puertas y ya las autoridades los señalan como un difusor de coronavirus, publica The New York Times, con casos dramáticos en los estados de Colorado, Texas y Missouri.

El coronavirus se ha detectado en pastores y sus familias, evangelizadores puerta a puerta, feligreses y jóvenes en campamentos cristianos, señala el ‘Times’, que pone como ejemplo a Texas, donde se han detectado 50 casos en creyentes de una sola iglesia a quienes su pastor permitió darse abrazos de paz.

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Así las cosas, entre los 650 casos de COVID-19 que han surgido de 40 iglesias distintas en todo el país desde que comenzó la pandemia, un aumento sustancial de contagiados se ha observado durante el último mes.

Las desalentadores cifras para los defensores de la fe se dan a pesar de que muchas iglesias y templos han adoptado medidas de distanciamiento; inclusive, el diario neoyorquino se refiere a una iglesia en California que prohíbe cantar u orar en voz alta.

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En los casos relacionados con los templos, una adolescente que desde pequeña había tenido problemas de salud murió por coronavirus en Florida, luego de participar en una fiesta organizada por el grupo de jóvenes de su iglesia, señala The Washington Post, que agrega que una vez cayó enferma, sus padres la trataron con hidroxicloroquina, el medicamento sobre cuya efectividad los presidentes Trump y Bolsonaro tanto insisten.

Según cálculos de la Universidad John Hopkins, Estados Unidos ajusta los 3 millones de contagiados y 131.000 fallecidos, y aun así el presidente del país anunció que reabrirá los colegios a principios del otoño.