No quisiera que individuos aislados o gente que cae en el extremismo consigan borrar, de alguna manera, todo lo conseguido”, dijo Emmanuel Macron al diario Le Dauphiné, luego de la agresión en Tain-l’Hermitage, que llevó a la detención de dos personas.

“En la República hay libertad de expresión, controversia, libertad de voto, y el pluralismo democrático que hace que te puedas distanciar de gente a la que se le da el mandato de forma regular y que vota las leyes. La contrapartida de esto es que no puede haber violencia, odio, ni en el discurso ni en los actos”, agregó Macron.

Podría haberse quedado en lo anecdótico, pero la bofetada que un hombre lanzó este al presidente francés se ha sentido en Francia como la gota de más de un ambiente de creciente tensión y hostilidad política, auspiciado por el eco de las redes sociales.

Como suele hacer en estos encuentros, Macron se dirigía al público, recogido detrás de una valla, para los habituales apretones de manos y breves intercambios.

En ese momento, un hombre, que parecía totalmente tranquilo y lo saludaba con la mano izquierda, lo golpeó con la mano derecha abierta antes de ser inmediatamente neutralizado por la seguridad del presidente, quien siguió con los saludos con aparente normalidad.

Pero la imagen fue retransmitida en Twitter y redes sociales, como si se tratara de un meme más, dividido entre quienes lamentaron la actuación y quienes rieron la gracia del espontáneo, para indignación de una clase política que no tardó en reaccionar.

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En la Asamblea Nacional, el primer ministro, Jean Castex, que vio en el acto un ataque generalizado a “toda la democracia”, defendió que la democracia es “debate, diálogo, confrontación”, pero “en ningún caso puede ser violencia, agresión verbal y mucho menos agresión física”.

En la oposición, la presidenta de la ultraderechista Agrupación Nacional, Marine Le Pen, escribió en Twitter que “el debate democrático puede ser duro”, pero “no debe tolerar en ningún caso la violencia física”.

Lo paradójico de la cachetada es que se produjo después de que el propio Emmanuel Macron hiciera un llamamiento a la calma tras 2 días de ebullición política por la declaración de Mélenchon, que este domingo se atrevió a predecir que en la semana previa a la elección presidencial habría un ataque e incluso un asesinato.

El individuo que golpeó al presidente gritó además “¡Montjoie Saint-Denis, abajo la democracia!”, un grito de guerra monárquico hoy asociado a la extrema derecha nostálgica y que se ha oído en otros ataques contra políticos, como un “tartazo” que recibió en la cara en 2018 el diputado del partido de Mélenchon Éric Coquerel.

El agresor y otro individuo, ambos de 28 años y sin antecedentes criminales, fueron inmediatamente detenidos y podrían enfrentarse a una pena de tres años de cárcel y a 45.000 euros de multa.

En 2011, un hombre que sacudió al entonces presidente, Nicolas Sarkozy, fue condenado a 6 meses de prisión y servicios a la comunidad, y en 2017 un joven de 18 años pasó tres meses en prisión tras dar también un tortazo al ex primer ministro Manuel Valls.