La actual es una de las mayores crisis alimentarias que ha sufrido ese país insular, ubicado en el océano Indico.

“Hemos visto niños muriéndose de hambre, absolutamente huesos y piel. No tienen nada. Vi a una madre con un niño de siete u ocho meses que parecía que tenía dos meses, y me dijo que perdió a su hijo de dos años la semana pasada”, dijo hoy el director de operaciones en Madagascar del Programa Mundial de Alimentos (PMA), Amer Daoudi, en una rueda de prensa virtual desde Antananarivo, la capital de Madagascar.

La malnutrición aguda se ha duplicado en los últimos meses en Madagascar, pasando de afectar al 9 % al 16 % de la población.

Madagascar ha sufrido en los últimos 5 años numerosas sequias, desastres climáticos y crisis económica, además del fenómeno inesperado en este último año de las tormentas de arena, que han dejado inservibles las tierras para la agricultura y el ganado.

Esta es la ubicación geográfica de Madagascar, donde en marzo pasado hubo una intoxicación de 34 personas por comer carne de tortuga marina. 10 personas murieron.

Según las estimaciones del PMA, al menos 1,35 millones de personas necesitan asistencia alimentaria urgente. Se trata de comunidades que llevan sufriendo hambre desde el pasado septiembre.

Daoudi informó de que se ha intentado reducir el impacto de esta crisis, pero que por la falta de recursos solo han podido entregar a 700.000 personas medias raciones, “que pueden ser suficientes para sobrevivir, pero no para aliviar el sufrimiento”.

Para cubrir las necesidades de los próximos meses, el PMA necesita 75 millones de dólares de manera inmediata, ya que ahora mismo solo tienen suficientes fondos hasta julio, aunque se trate de medias raciones.

“Necesitamos los recursos ayer, porque para convertir esos recursos en comida en las bocas de las personas se necesita tiempo, dada lo grande que es la zona y lo dispersa que está la población”, aseguró Daoudi.

Se han registrado pueblos enteros cerrando y moviéndose a los centros urbanos más cercanos, sin embargo, Daoudi comentó que con las condiciones de salud en las que se encuentran estas personas, muchas no conseguirían caminar los 40 kilómetros que esto requiere.

“Cuando las madres empiezan a vender sus utensilios de cocina para conseguir algo de comida, es la señal de que estamos en un punto en el que no hay vuelta atrás”, alertó Daoudi, quien aseguró que la vida de muchos niños está en juego.

El responsable del PMA en Madagascar aseguró que en sus 30 años de trabajo humanitario, la situación alimentaria nunca ha sido tan mala en todo el mundo, no solo en Madagascar, pero que ese país puede mirarse como la punta del iceberg de una situación más general y que puede estallar en cualquier momento.

“Lo que he visto con mis propios ojos es que estamos dirigiéndonos a un desastre, y que tenemos que pararlo”, concluyó Daoudi.