Según la agencia de noticias DHA, el antiguo repartidor, despedido desde entonces, es acusado de abrir la caja que contenía la pizza y de escupir en ella antes de llamar a la puerta del cliente para entregarle su pedido.

Su gesto fue descubierto cuando un familiar del propietario del edificio vio las imágenes de las cámaras de seguridad varios días después. Entonces alertó al inquilino que presentó la denuncia.

En la quinta audiencia del juicio, celebrada el pasado jueves 23 de enero, el fiscal solicitó entre 2 años y medio y 18 años de prisión sobre la base de dos cargos: “poner en peligro la vida o la salud de otras personas alterando los alimentos”, y “degradación de la propiedad”.

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Las razones del gesto del repartidor no se conocen, pero DHA informó de que éste había filmado la escena con su teléfono móvil. Una foto publicada por la agencia muestra al repartidor inclinado sobre la caja que contiene la pizza, con su cámara en la mano.

La pena requerida particularmente grave, incluso según los criterios de una justicia turca considerada poco clemente.

A título comparativo, el delito de “pertenencia a una organización terrorista armada” se castiga con 15 años de prisión.