Leonor, que ha sido reconocida como la mejor chef de América Latina, dice que para ella el asunto de la cocina y de la comida es, ante todo, un tema de arte. Pero no solo de eso, sino también de memoria, de historia, de patrimonio e, incluso, de futuro.

En el texto, aparte de referirse a ella, The Guardian resalta la gastronomía del país y menciona las hormigas culonas como el plato que tiene Colombia para ofrecerle al mundo (así como México ofrece tacos, Perú ofrece ceviche y Argentina ofrece dulce de leche). Sin embargo, Leonor rescata algo más: la diversidad y variedad de comida que hay en todo el país.

En el texto, el periódico relata las condiciones favorables en las que Espinosa pasó su niñez y el proceso de descubrimiento de su vocación, que explotó mientras se dedicaba a estudiar economía y trabajar en publicidad, y cuando se dio cuenta de que su vida no iba a ser, para nada, tradicional.

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A pesar de que en el inicio de su carrera como chef sufrió varios fracasos y dificultades (más de lo que pensó, según dice), en 2007 abrió su restaurante Leo: Cocina y Cava, que tuvo un buen comienzo, justo en el momento en el que estaba segura de que quería dedicarse a la comida y, más que todo, a hacer aquello para lo que había nacido.

Desde esa época ha recorrido muchas partes de Colombia, lo que le ha permitido descubrir el origen mismo de la variada gastronomía del país, incluso la de comunidades que históricamente han estado aisladas pero que sienten mucho orgullo de su comida tradicional. Por eso, dice, Colombia puede mostrarle al mundo la manera de integrar tradiciones en la cocina.

El medio británico también reconoce el trabajo de Espinosa por haber puesto al país a la vista de todo el planeta por algo positivo, muy lejos del narcotráfico de siempre. Sin embargo, hay algo más allá: su labor culinaria puede abrirles a muchos colombianos medios de vida distintos a la producción de droga, un problema que el país, lastimosamente, aún no ha superado después de muchas décadas.