En el estado de Alabama (sur), Michael Eggers, de 50 años, sentenciado a pena de muerte por el secuestro y homicidio de su esposa en 2000, recibió una inyección letal.

Su defensa, que intentó suspender la ejecución en la Corte Suprema de Justicia, dijo que Eggers sufría de alucinaciones, complejo de persecución y otras dolencias psicológicas graves.

En enero, el máximo tribunal de justicia estadounidense otorgó una suspensión de la ejecución a otro recluso condenado a muerte en Alabama, Vernon Madison, de 67 años, porque padecía demencia.

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En tanto, en Georgia (sureste), Carlton Gary, de 67 años, fue ejecutado por matar a tres mujeres a fines de los años 1970.

El estado de Georgia negó los pedidos de clemencia, pero sus abogados también solicitaron a la Corte Suprema suspender la ejecución.

Los fiscales acusaron a Gary de una serie de asesinatos de mujeres entre septiembre de 1977 y abril de 1978, en la ciudad de Columbus en Georgia.

Las mujeres, que tenían entre 59 y 89 años, fueron brutalmente golpeadas, violadas y estranguladas, en general con sus propias medias. Siete murieron y dos resultaron heridas.

Apodado el “estrangulador con medias”, Gary fue arrestado en 1984 y declarado culpable de tres de los asesinatos. Sus abogados insistían, sin embargo, en que nuevos métodos científicos demostrarían que su cliente era inocente.

AFP